La jefa de Laboratorio explica que GESTAGUA lidera un proyecto nacional que permite adelantar brotes de la enfermedad en pacientes asintomáticos.
La posibilidad de detectar el virus de la COVID19 en las aguas residuales es una herramienta de valiosa utilidad que puede alertar sobre la incidencia de rebrotes, especialmente asociados a pacientes asintomáticos.
GESTAGUA, uno de los socios privados de EMALSA, trabaja ya a nivel nacional en un proyecto en esta dirección, cuyos resultados pueden ser trasladados a ciudades como Las Palmas de Gran Canaria, según explicó la jefa de Laboratorio de la empresa, María Luisa Santana Corral.
Poder detectar la presencia del virus en las aguas residuales implica, no obstante, contar con unos laboratorios más sofisticados desde el punto de vista de la seguridad.
Calidad del agua
El agua de abasto de la capital grancanaria es “un muy blanda” contrariamente a lo que se erróneamente se piensa. La experta explicó que la mayor parte de agua que se usa en la ciudad proviene de la desalación y que el tratamiento de ósmosis al que es sometida la desmineraliza. De hecho, tras la desalación, el agua vuelve a ser mineraliza para hacerla apta para el consumo.
María Luisa Santana Corral defendió la extraordinaria calidad del agua de abasto en Las Palmas de Gran Canaria, pero recordó que en su recorrido hasta los hogares existe un tramo que escapa al control de calidad de la compañía: el que va desde los contadores hasta los grifos. En ese trayecto el agua discurre por tuberías, depósitos, aljibes y bidones, cuya salubridad depende de la comunidad de vecinos o del propietario del edificio. Si el agua se almacena por mucho tiempo, si se estanca, pierde sus cualidades y sufre cambios de color, olor y sabor. En definitiva, pierde su aptitud para el consumo. Por ellos es conveniente mantener una correcta supervisión y vigilancia de estos depósitos.