Francisco J. Chavanel
En medio de un silencio espeso ayer el Partido Socialista Canario calló ante una salvajada machista de calado.
Durante toda la jornada no hubo uno, ni siquiera uno, un solo tuit por parte de un militante socialista que condenara lo escrito por el concejal suyo en La Laguna, Zebenzui González, en un whatsapp del propio partido, conocido y guardado en secreto desde hace casi quince días.
El concejal de Sanidad del Consistorio de La Laguna escribió en su chat: “Yo, a follar con las empleadas que enchufé en el Ayuntamiento”. Lo escribió en su chat pero supuestamente se equivocó. Dio a una tecla errónea y lo envió al chat del Partido Socialista en el norte de la isla de Tenerife. Ahí queda eso: “Yo, a follar con las empleadas que enchufé en el Ayuntamiento”.
Era el fin del verano. Pese a ello es lógico pensar que un montón de socialistas seguidores de ese chat leyeron el lamentable mensaje del concejal Zebenzui. Y, sin embargo, se hizo el silencio. Nadie denunció nada. Parece increíble que en un partido tan sensible con los abusos machistas se haya producido tan elocuente silencio. Ni siquiera Patricia Hernández, tan rápida y tan agitada para acusar a otros líderes políticos, distintos a los socialistas, tuvo nada que decir. Calló como las tumbas de los cementerios.
Se ha sabido que el concejal machista se reunió con sus compañeras de Corporación, Mónica Martín y María José Castañeda, y en ellas encontró el consuelo que buscaba. También iban a ser cómplices, iban a asumir la verdad de Zebenzui: todo había sido una broma de mal gusto, pero una broma al fin y al cabo.
Hay una razón poderosa para este comportamiento. Por encima de su condición de mujeres se impuso otra: la de ser miembros de un partido que se reparte el poder en La Laguna. Si hubiesen denunciado a Zebenzui, como era su obligación, habrían puesto en peligro el pacto con CC en la legendaria ciudad. Si lo hubiesen colocado contra las cuerdas, exigido su cabeza, y conquistado la dimisión del penoso sujeto, el que hubiese entrado en su lugar era un hombre de Javier Abreu, la bicha del socialismo en La Laguna, alguien perseguido por tierra, mar y aire, un señor que ha pretendido nada menos que echar del sillón del Ayuntamiento al alcalde José Alberto Díaz, una infamia, un pecado, algo inconsentible.
Mónica y María José que actuaron exactamente como varones cuando se trata de mantener posiciones de privilegio. Antes que mujeres fueron militantes socialista que deben refugiarse en un silencio de pesadilla, so pena de quedarse fuera de juego.
Hay una razón más, muy poderosa. Zebenzui González había sido elegido por Ángel Víctor Torres, el nuevo secretario regional socialista, para formar parte de su Ejecutiva mañana sábado. Zebenzui iba a representar a los jóvenes, a los jóvenes talentos socialistas que conforman el futuro de la izquierda socialdemócrata bien dirigidos por los veteranos Franquis y Torres. Cuando se supo lo del whatsapp del concejal abusador nadie quiso en el partido llevarle la contraria al nuevo jefe. Torres había prometido tantos cargos a tanta gente que no convenía desairarlo con el congreso en puertas.
Es la primera en la frente contra Torres pues lo evidente es que la denuncia contra Zebenzui González surgiera desde dentro del propio partido. Si nombrásemos a Javier Abreu probablemente no nos equivocaríamos. ¿Por qué tendría que callar Abreu con el maltrato extraordinario que ha recibido de su partido en los últimos dos años?
Este hecho también le enseña a Torres cosas sobre su inmediato provenir. No le espera una tarea fácil al frente de la Secretaría Regional. Aquí tiene un aviso. Aún pretendiendo cerrar todas las fisuras mediante prebendas y cargos es imposible satisfacer tanto deseo irredento que existe en determinados sectores del Partido Socialista porque corra la sangre.
Volviendo a lo de ayer. Mientras los hombres y las mujeres socialistas callaron ayer durante casi todo el día, tragándose la afrenta, amparando una suerte de insulto contra las mujeres, en las que cohabita una violencia soterrada, un desprecio a otros seres humanos, un deseo nada escondido de utilizar a personas de otro sexo como si fueran meros juguetes para la diversión lúbrica, tocando la fibra del germen que origina violencias inextinguibles que matan y lesionan a ochenta mujeres al año, 800 en diez años, una plaga en la que nuestros representantes públicos debieran ser un ejemplo, vanguardia de un combate contra la igualdad y que, sin embargo, se comportan como lo que no deben ser: colaboradores comprensivos de los asesinos, miembros de una congregación en la que la única verdad que cuenta es que la mujer es un ser inferior.
Esto pasaba mientras ese silencio sobrecogedor avanzaba a principios de la tarde de ayer. Hasta que el aluvión de portadas en medios locales y nacionales hizo su trabajo. Tuvo que ser la Federal de Madrid la que tomó la decisión para vergüenza de Ángel Víctor Torres. Suspendió de militancia a Zebenzuí González y, acto seguido, le pidió su acta de concejal. El partido en Canarias siguió callado no sabemos por qué.
Zebenzuí González demostró la jeta que tiene, la pasta de que está hecho. No dimito, me quedo, me importa un pimiento lo que diga la federal. En la mañana de hoy el alcalde de La Laguna, José Alberto Díaz, le quitará todas las competencias al concejal. Hace lo que tiene que hacer. Pero falta algo: lograr que entregue el acta. Es seguro que no la entregará. Como tantos otros sinvergüenzas dirá que el acta es suya, que le pertenece, que hay derechos legales que le asisten. No es cierto del todo: el acta es del partido que es quien le presenta en una lista cerrada, pero el Tribunal Constitucional dice que, pese a todo, el acta es individual y de cada cual. Menuda paradoja sobre la que se cobijan especímenes a liquidar como el que nos ocupa hoy.
Seguirá. Y seguirá porque a todo el mundo le interesa mantener el pacto en La Laguna. Le interesa a los hombres y mujeres de Coalición Canaria, y le interesa a los hombres y mujeres del PSOE. Quieren seguir llevándose bien en La Laguna para abrir, a partir del lunes, un nuevo periodo de buenas relaciones que veremos si ayuda a resolver otras crisis como la de Lanzarote.
Pero esto es lo que hay. Otra más. Zebenzuí será protegido, el machista será protegido por hombres y mujeres del PSOE y de CC al ocupar una posición estratégica.
Cuando se hable de progreso, y de políticas a favor de los ciudadanos y ciudadanas, no se olviden de recordar el caso Zebenzui, un machista de tomo y lomo, que vive de los recursos públicos, que ha encontrado todo tipo de complicidades en el Partido Socialista y, sobre todo, en sus mujeres, las cuales no abofeteando públicamente a Zebenzuí se zarandean ellas mismas y, lo que es peor, le quitan cualquier protección a las verdaderas mujeres que sufren todos los días el acoso de hombres que sólo les ofrecen una forma indigna de respirar.
Lo que ha sucedido con el caso Zebenzuí es una auténtica violación. Esta sí que ha sido una violación en masa. La violación de los derechos fundamentales de millones de mujeres, habitantes de este Archipiélago y de este país, sustentada en un silencio escabroso que asusta.