Francisco J. Chavanel
No quiero gastar demasiada saliva en el comentario de hoy. Hablaremos de un asunto renuente, cansino y bastante aburrido, algo que tiene que ver con la corrupción moral. Debe ser que estamos como demasiado acostumbrados a este tipo de comportamientos por parte de algunos personajes de la clase política, pero lo cierto es que su torpeza, su ligereza, su falta de ética, el reparto que hacen de los recursos públicos, empobrecen a toda la sociedad… La embadurnan de costumbrismo y de fatalidad, de resignación y de banalidad, son cosas que en el fondo no nos gusta escuchar y son cosas que, en realidad, debemos de seguir para que la opinión pública actúe en consecuencia.
Tal como denunció el pasado viernes en este programa, Felipe Afonso El Jaber, portavoz del Partido Popular en el Cabildo de Gran Canaria, hoy en el pleno de dicha institución el grupo gobernante lleva para su aprobación digital una subvención de 45.000 euros para la Asociación de Estudios Atlánticos a la que supuestamente está vinculado Juan Manuel Brito, que fuera socio de Nueva Canarias y amigo personal de Antonio Morales hasta hace unos meses dentro del grupo de gobierno del citado Cabildo.
La primicia de El Espejo fue recogida ayer con todo lujo de detalles por el periódico La Provincia y, como suele pasar, cada vez que la imagen de Morales está en juego, el presidente del Cabildo impelido por su yoísmo se fue a uno de sus medios de cabecera para contar unas cuantas mentiras. En concreto se fue a la Cadena Ser, que más que Ser tendría que llamarse Fue, y lo que vino a decir el personaje es que él no tenía ni idea de que en el pleno de hoy fuese para aprobación una subvención para la asociación a la que está vinculado su amigo Brito.
Morales dijo que no sabía nada de la subvención, que no sabía nada de la cantidad y que no sabía casi nada de Brito. Traducción: la asociación vinculada a Brito presentó como tantas otras asociaciones una petición de subvención y como el Cabildo es una auténtica beldad, una garantía absoluta de pureza, como allí no se otorgan digitalmente subvenciones, ni concursos, ni se eligen a personas para determinados cargos aunque sean amigos, parientes o personas a las que callar o contentar, como allí se funciona como una verdadera Justicia ciega y neutral, el presidente no tenía ni la menor idea. Que se había enterado por los medios de comunicación como Felipe González cuando los GAL.
Es conveniente analizar la curiosa reacción de Morales. No es la primera, ni la segunda, ni la tercera ocasión que sale como un venado en un medio de comunicación asociado para soltar lo primero que se le viene a la cabeza creyendo que todo el mundo es idiota o que esa imagen que ha fabricado durante muchísimo tiempo de político razonable, casi santo, prudente, valiente, sano y limpio, ha calado tanto en su electorado que es imposible que puedan pensar de él que sea igual que los demás, que sea otra manzana podrida.
Pero lo cierto es que Brito se fue de su lado cuando el partido que lo presentó en sus listas, Podemos, amenazó con expulsarlo por deslealtad. Luego supimos que Podemos sospechaba que Brito, de acuerdo con Morales, estaba montando una plataforma en Sí Se Puede para dividir a Podemos y captar a sus militantes. Este programa denunció en su momento que Morales y Brito formaban parte de la misma estrategia, amparada económicamente por Nueva Canarias, con el objetivo de desmantelar a Podemos de forma que los «nacionalistas/insularistas» se ganase un aliado de por vida con Brito de líder. Esta estrategia no sólo se limitaba a Gran Canaria, sino que también tenía raíces en la isla de Tenerife.
En el instante en que Brito es acusado de presunto transfuguismo en el caso de continuar al lado de Morales, después de que Podemos lo marcase, actúa como un político cabal y serio, decide dimitir, marcharse para su casa, ante el asombro de Morales que no sabía cómo proteger a su amigo.
Lo que sí hizo Morales es correr la lista de Podemos por su cuenta y riesgo y quedarse con los dos consejeros que tiene en estos momentos a su vera, dos consejeros abducidos por su Presidencia, dos consejeros que no se presentaron por Nueva Canarias sino por Podemos. Ustedes mismos pónganle nota a la actuación de Morales.
La intervención de ayer en la Ser terminó con una defensa de su amigo. Lo persiguieron políticamente y ahora civilmente, dijo. O sea, que lo defiende. Como debe ser. Como mandan los cánones del comunismo sudamericano. Todos somos hermanos, todos nos ayudamos, todos nos proveemos, todos nos alimentamos de lo mismo.
El caso es que nadie persiguió políticamente a Brito. Lo persiguieron aquellos que lo presentaron en sus listas, Podemos, y con toda la razón pues se sintieron engañados. Y, ahora, civilmente, tampoco se persigue a Brito. A quien se persigue es al propio Morales, se persigue su limpieza, su claridad democrática, su capacidad para decir una verdad de vez en cuando, se persigue a un tipo supuestamente respetable que se nos hizo pasar por respetabilísimo cuando aparenta ser un vulgar tramposo, propietario de una mentalidad arcaica y mezquina.
El problema no es que una asociación vinculada a Brito pida una subvención al Cabildo en el que manda su amigo; el problema es que se la den, precisamente por eso, por ser su amigo, y porque ese dinero, 45.000 euros, pueda servir para financiar una operación política en la que están los propios Brito y Morales. Puede que nos equivoquemos y que igual en vez de hacerlo a través de una subvención lo hagan, como otros, a través de dinero negro pero, en serio, no veo yo ni a Morales ni a Brito blanqueando nada.
La afirmación de Morales: «No sé nada, no sé que Brito pidiese una subvención, no sé nada de la asociación, no sé que fuera al pleno…» Es inconcebible, imposible de creer en una persona tan bien informada de sus enemigos y amigos. Morales todavía está a tiempo de salvar a su imagen: retirar del pleno la dichosa subvención. Tiene una hora para hacerlo. Si le pregunta a Carmelo Ramírez sobre la forma de compensar a su amigo, seguro que el fraternal compañero de los polisarios le encuentra una fórmula.
Por último, para mayor coña, ayer en una nota informativa del Centro de Estudios Atlánticos se dice que Brito no tiene nada que ver con la Asociación… Magnífico. Se deduce de la nota que Brito sí tuvo que ver pero que ahora no. Y que tampoco hay vinculación alguna con Acción en Red, la asociación que preside Brito y que hace un año, aproximadamente, recibió 75.000 euros del Cabildo con Morales de presidente y con Brito de consejero.
Digo yo que eso mismo podría haber dicho Morales en la Ser: Brito no tiene nada que ver con la asociación que pide los 45.000 euros, han resbalado ustedes… Pero se nota que va repentizando e improvisando a medida que se desatan los incendios.
De modo que Morales, emperador y cerquita de Dios todopoderoso, no sabe nada, no sabe siquiera que el asunto fuese al pleno de hoy. Lo único que sabe es que a su amigo, Juan Manuel Brito, se le intenta enterrar civilmente. Para mí Morales lo que ha dicho realmente es lo siguiente: ¿Acaso Brito, mi amigo, que ha tenido que dejar la política aburrido por Podemos, no tiene derecho a pedir una subvención como cualquier hijo de vecino?
Ahí sí tiene razón Morales. Por supuesto que tiene derecho. Exactamente igual que la Asociación de Diabéticos —con esa enfermedad sí se muere de verdad, ni política ni socialmente, se va directamente al crematorio o al cementerio— que pidió una subvención inferior y no se la dieron aduciendo problemas formales en su presentación.
Lo que no pueden decir los directivos de la Asociación de Estudios Atlánticos es que ellos y Brito no se conozcan ni que hayan colaborado juntos. Lo han hecho en multitud de ocasiones y Brito ha formado parte de su Junta Directiva. De ahí las sospechas. Por eso es muy importante subrayar que esta cuestión Morales tampoco la sabía cuando solicitó ser entrevistado para la Ser. Para Morales, Brito formaba parte de la Asociación de Estudios Atlánticos, no lo cuestionó; lo que sí cuestionó es que se le persiguiera civilmente por ser su amigo.
Fin. Hasta aquí llega mi cansancio.