Francisco J. Chavanel
La canción del Dúo Dinámico “Resistiré” se editó en 1988 en un álbum crepuscular que apenas mereció memoria por parte de alguien. Manuel de La Calva y Ramón Arcusa dominaron los sesenta, con Los Brincos y Los Bravos, en la imitación hispana de lo que estaba pasando en Inglaterra con Los Beatles y todo el movimiento “flower power” que por entonces gobernaba el planeta en su parte occidental… Cuando “Los cuatro fantásticos” se retiraron todos ellos, a su manera, dejaron de tener la complacencia del público español. Habían pasado de moda. Ya eran viejos con casi treinta años.
Manuel y Ramón se reconvirtieron. Aprovecharon sus ganancias y se metieron de lleno en la industria discográfica. Eran unos compositores magníficos y esa propiedad les proporcionó éxitos en voces ajenas, siendo la más resaltable de todas su colaboración con Julio Iglesias. En el 88, en los estertores de la movida madrileña, entendieron que había un pequeño hueco para la nostalgia y, desde su promontorio de artistas añejos, consagrados, y muy queridos en su momento, hicieron un disco demodé donde las baterías disparadas por ordenador, los instrumentos secuenciados, y la falsedad que se trasmitía, rompieron toda la gracia mitológica del dúo.
Pero pasó algo excepcional. Pedro Almodóvar, 1990, estrena su película “Átame”, en pleno fulgor almodovariano, película que es la siguiente a “Mujeres al borde de un ataque de nervios”, con toda la cultura nacional esperando ese gran instante sobre si el director manchego volaba sobre la chispa de la vida, si era capaz de mejorar lo que entonces ya había hecho, o si se la iba a pegar como tantos. Y resultó que “Átame”, la biografía de dos desquiciados que no tienen a qué asirse, fue otro exitazo, resumen de un país esquizofrénico que veía en aquellos dos locos a las dos Españas torturadas y, sin embargo, amándose. La película finalizaba con “Resistiré”, la canción maldita del Dúo Dinámico, y aquello, dentro de aquella apoteosis de locura, de amor fatal, de sadismo, violencia y, al mismo tiempo, de un deseo carnal desenfrenado, pegaba de una forma asombrosa.
La pareja Victoria Abril y Antonio Banderas reflejaban como nadie la letra de la canción. Si resistimos vencemos… Ahora no sé quién lo dijo antes si Fraga con aquello de “resistir es vencer” o Manuel y Ramón, pero tengo la intuición de que el político lo copió, que es lo que suele pasar. Lo cierto es que la película funcionó como un tiro, se quedó en la memoria colectiva, y hasta hoy.
Y de eso es de lo que quiero hablar. De hoy. De la utilización que se ha hecho de esta canción bandera. Irremediablemente tengo que preguntarme: ¿Han muerto Ramón Arcusa y Manuel de La Calva en una residencia de ancianos madrileños para que todas las cadenas que se dedican al mainstream hagan su propia versión, con los cantantes de siempre, los músicos de siempre, las interpretaciones de siempre? Supongo que a mucha gente le parecerá gracioso escuchar tantas versiones distintas de tanta gente dispar, pero a mí no me lo parece; me parece una falta de respeto a la denostada versión original, escondida bajo las raíces de los árboles, y de los latidos humanos, una áspera manera de apropiarse de algo que no es tuyo.
Soy autor de unas cuantas composiciones y sé lo que digo. Sé que las canciones, en el momento en que la publicas, ya no son tuyas: son del público, que las canta y las jalea, y les tira flores y mimos en los lugares y situaciones más insólitas. Y no se puede hacer nada contra eso.
Sin embargo “Resistiré” es algo especial, es como el clavo ardiendo al que se asen determinados artistas bajos de inspiración para seguir en la brecha, para demostrar que siguen ahí, en el confinamiento, aunque no les permitan cantar en auditorios y en estadios. Creo que a unos cuantos no debieran permitirle la entrada ni en auditorios, estadios, ni siquiera en bodas ni cumpleaños, por su nula aportación cualitativa a la música como arte aunque sí como pesadilla.
En ese sentido veo fantástico el “confinatorio”. Debiera extenderse para algunos un lustro o algo así. El cambio climático, y sus fuerzas sorprendentes, extrañas, con la fuerza de una pantera, nos lo agradecería.
Lo que yo quiero ver es a Manuel y a Ramón, porque la canción es de ellos y siempre seguirá siendo de ellos. Para que nos digan cómo la compusieron, en qué momento, qué pasaba por sus cabezas, y cómo vivieron el intenso momento del olvido. Quiero verlos derramándose, trepando por la yedra y saber cómo es eso de morir del todo en esta cárcel simulada, en esa residencia de ancianos, cuando ya te consideran que te has ido, que te has muerto, que has cumplido, y que con un largo beso te dicen adiós por no decirte que tenías que haber fallecido antes.
Yo lo que quiero saber es que pasó en la “residencia de ancianos” donde estaban Manuel y Ramón. Quién los colocó allí, quién los llevó, y con quién se habló. Quiero saber que pasó el maldito día en que empezaron los dos a toser, la cara de pánico de los cuidadores, las miradas entre ellos, las conversaciones con la dirección, y ese momento sórdido y brutal de la huida, de marcharse todos los que tenían responsabilidad sobre Manuel y Ramón y cantar juntos “Resistiré”, himno a la vida y a la supervivencia, himno, en ese caso, a la fuga y a la naturaleza impía y cobarde de los seres humanos…, que se fueron “resistiendo”, cantando la canción de lo dos “viejitos” a punto de morir entre arcadas, un silencio silencioso de los que dan miedo, solos y sin nadie a quién acudir, tosiendo, tosiendo y tosiendo, atragantándose y sin respirar, preguntándose si es cierto que vivimos en 2020.
Y mientras ellos se iban, con todo el cansancio agotado, con toda una vida vivida, sin amores, ni odios, ni pasiones, eran testigos de un robo y una confabulación, el secuestro de una canción para el ocaso y la despedida, como Clint Eastwood en “Sin perdón”, o John Wayne en “Río Bravo”, donde todos te citan pero nadie te llama por tu nombre verdadero.
Y ya no sé. ¿Siguen vivos Ramón y Manuel, el Dúo Dinámico, o es cierto que fallecieron como ancianos artistas tratados despreciativamente en la confinación porque, al fin y al cabo, es la juventud, con su exultancia y su belleza, la que debe prevalecer para que la raza humana siga existiendo?… El cielo, desde hace muchos siglos, duerme. En las residencias de ancianos de este país, desde luego.