Morales ya tiene respuesta en la calle

Manifestación en defensa del Barranco de Arguineguín

Manifestación en defensa del Barranco de Arguineguín

Morales es como Soria, el ministro del petróleo. Es un personaje siniestro que se ha vendido al mejor postor

Francisco J. Chavanel

Unas 2.000 personas, según cifras facilitadas por la Policía Local, asistieron el pasado sábado a la manifestación convocada por la plataforma Salvar Chira-Soria, en contra de los postulados del Cabildo de Gran Canaria, de su presidente, Antonio Morales, de REE, y un buen grupo de medios de comunicación que prácticamente invisibilizaron la convocatoria, que entienden que destrozar el barranco de Arguineguín es lo suficientemente ecologista si, a cambio, se obtiene un porcentaje discutible de renovables tras una inversión multimillonaria de 700 millones de euros.

Un ecologista o lo es o no lo es. No hay puntos intermedios. No se puede hablar de ecoísla todo el rato y luego cargarte un barranco antiquísimo, cuya protección debiera ser uno de tus objetivos, alterar la vida de 2.500 personas, que inevitablemente tendrán que dejar la zona, chamuscarla y reventarla con cargas explosivas durante tres años, construir torretas altísimas que se quedarán ahí, para siempre y, en paralelo, no convencer con un proyecto de ingeniería cuyas particularidades se mantienen en secreto, cuya sospecha sobre su obsolescencia crece y crece, y desdeñar con total desprecio otras soluciones más lógicas, como el uso de baterías para almacenamiento de energía o del hidrógeno verde.

Este apartado no es precisamente infantil. El señor Morales fue el líder de un ejército que se opuso a la instalación de una planta de gas en Arinaga. Dijo cientos de veces que el gas se había quedado anticuado y que había que apostar, de forma decidida, por las renovables. El hecho de que no se instalase la citada planta de gas supuso que Canarias siguiera siendo la comunidad menos rentable de España en materia energética, y que Endesa primero, y después Red Eléctrica, se embolsasen cada año la bonita cantidad de mil millones de euros.

Eso sucedió hace más de diez años y él lleva seis en el Cabildo. Todo lo que ha hecho Morales por las renovables es cero. No ha hecho nada. Ni siquiera se ha preocupado de concienciar a la gente de su ecoísla de la propiedad de introducir fotovoltaicas. Por lo tanto, es necesario dudar de sus convicciones, es necesario dudar de sus intenciones, y es necesario plantearse si estamos ante un vendepatrias y un vendemotos.

Sin embargo, cuando escuchó lo que tenían que contarle los empresarios de Red Eléctrica, lo entendió todo a la primera. El nonista no dijo no. Le pareció bien que no garanticen que los vasos de las dos presas aguanten la presión del agua desalada y que existan en el mercado soluciones más coherentes con el ecologismo. Evidentemente, los 700 millones de euros estaban escuchando la conversación; eso y que Nueva Canarias nunca desperdicia una buena oportunidad cuando se habla de sectores estratégicos: el tren, Amurga y, ahora, las renovables.

El hecho de que Canarias no haya tenido a su tiempo las regasificadoras significa una dependencia total del petróleo. Y eso tampoco resulta muy ecologista. Le guste o no a Morales, el gas causa menos dolor al medioambiente que el petróleo. Con esto lo que estoy diciendo es que si tú te niegas, desde el poder que te confieren los ciudadanos, a colaborar con la transición, lo mínimo que tienes que hacer es buscar una solución. ¿Y cuál es la solución, después de dos lustros en los que este individuo no ha dejado de decirnos lo que tenemos que pensar en materia energética? Fulminar un barranco protegido para poner en su lugar una “bomba” a cambio de una inversión económica que te marea la cabeza.

Esto huele mal, mírese como se quiera…

Comentaba al principio la cifra oficial de la manifestación. Unas 2.000 personas; 5.000 según la organización. Pongamos que fuesen unas 3.000 personas. Solo puedo tildarlo de éxito. De hecho, aquellos mismos medios que invisibilizaron la convocatoria no pudieron negar la evidencia en su edición de ayer. El espacio que no le habían dedicado al fin lo hicieron ayer. ¿Y por qué? Porque fue mucha gente. En tiempos de pandemia, muchísima gente. En este periodo de plagas, de miedos, de distancia social y de mascarillas, el mero hecho de convocar una manifestación ya es una locura; hacerlo y que vayan 3.000 personas desprejuiciadas, dispuestas a hacer sonar su voz en pro de una causa digna, eso es casi un milagro. Esas 3.000 personas serían 15.000 ó 20.000 en otros tiempos cercanos.

El Cabildo ya lo intuye, ya sabe que hay una oposición en la calle que no está de acuerdo con su propósito, y que su campaña de pagar fuertes soldadas a cambio de silencio no sale. En estos momentos, Morales es como Soria, el ministro del petróleo. Es un personaje siniestro que se ha vendido al mejor postor, como Nueva Canarias. Al menos, eso es lo que parece. El autor de la película “La ecoísla” es el autor intelectual también del intento de desaparición de un tótem ecologista en Arguineguín. Ya es un enemigo de los intereses de Gran Canaria. La gente que estaba en la calle irá creciendo exponencialmente a medida que se quiten las mordazas, las mascarillas y la distancia social. El poder de la vacunación, a este paso, creará un daño indudable en el prestigio de Morales y en el de Nueva Canarias.

Una última cuestión. No sé cuánta gente de Ben Magec, el grupo ecologista más importante de la historia reciente del Archipiélago, asistió a la manifestación. Supongo que la mayoría mantendrá lealtad a sus convicciones y a las razones por las que militan en la organización. Pero su principal representante, Eugenio Reyes, no estuvo. Ni él, ni aquellos que, como él, trabajan para Toni Morales. Esta historia ya la conocemos: nombrarán portavoces que vengan del mundo ecologista y nos dirán que los equivocados son los otros.

Ya lo adelantamos: será el pesebre el que hable; los que reciban parte de los 4,7 millones de euros destinados a callar a los que piensan por su cuenta y riesgo. A partir de ahora, todo será más difícil. Es tanto lo que se juegan estos señores -política y económicamente- que sus reacciones violentas pronto llegarán. No esperemos otra cosa de aquellos demócratas que se ciscan todos los días en la democracia para ser “franquitos” de medio pelo con el presupuesto público. No esperemos otra cosa de los fascistas, sean de derechas o de izquierdas.

Y lo adelantamos porque conocemos a Toni y a su banda. Aumentarán las presiones, aumentarán las amenazas, harán todo el daño que puedan. El éxito del sábado no lo perdonarán. Hay que ir a por ellos ahora que vienen a por nosotros. Tenemos la razón de nuestra parte y a la opinión pública, y con eso se llega hasta el cielo o hasta el infierno si es preciso.


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