Francisco J. Chavanel
El próximo sábado tenemos manifestación de los silenciados en el affaire “Chira-Soria”. Que pasa algo serio entre ambas fraternidades es algo obvio, que las dos partes, pertenecientes en su mayor parte, del mundo de la Ecología, han roto puentes, discrepan abiertamente allí donde pueden hacerlo, que nada será igual entre ellos pase lo que pase, esto lo tiene todo el mundo claro y no tiene solución. El problema es que el asunto ya tiene dimensiones mayores y nos afecta a todos.
Durante las últimas semanas hemos asistido a un bombardeo constante por parte del Cabildo de Gran Canaria, de sus tentáculos de propaganda, de sus ingenieros en mercadotecnia, de sus publicistas de gabinete, propiciado por los muchos millones que han destinado para una campaña sin igual. Y esto hay que preguntárselo: si tan seguro está Morales de que tiene razón, de que cargarse el barranco de Arguineguín, tras dinamitarlo durante tres años seguidos todos los días, es la solución perfecta para Gran Canaria, solución que resolverá todos sus males con las renovables, incluyendo unos cuantos concursos fallidos donde desde el poder político intentaron quedarse con el negocio, si tan seguro está, ¿a qué viene este abrumador comportamiento, esta montaña de alegatos y de lava que se cierne sobre la opinión pública, la cual es tratada como si fuera tonta de remate?
Estoy seguro de que la campaña es tan burda, tan persistente, tan hostil, tan permanente, y tan pesada, que no hay forma de que la gente se pregunte qué es esto que me martillea la cabeza, justo ahora, en este instante, en que estoy preocupado o preocupada, por salir adelante después de la pandemia, donde lo que preciso es recuperar lo que fui y lo que sentí, y donde lo menos que quiero es que alguien me condicione mi vida o mis pensamientos, cuando vengo de un largo confinamiento en el que he perdido familiares, amigos, seguridad en mí mismo y en el futuro… Pero lo cierto es que si estás en una gran superficie el altavoz suena en tus oídos; si estás comprando carne o pescado, o cualquier otro producto, toda tu tranquilidad salta por los aires porque en el Cabildo de Gran Canaria hay alguien histérico.
Y esto es lo que pasa. Se supone que las millonarias ventajas económicas del proyecto del asalto se las lleva Red Eléctrica, una empresa que va a hacer ecología en Gran Canaria, cuando es la protagonista de los dos grandes ceros energéticos que ha sufrido el Archipiélago en los últimos tres años, y cuanto todo su pasado está jalonado de grandes hitos a favor de la contaminación. Ha contaminado tanto y ha contaminado con tanto éxito para sus intereses económicos que ahora espera cobrar lo mismo por hacer justamente lo contrario. Este es el socio de Morales, una empresa docta en ensuciar el Planeta.
La publicidad no la paga Red Eléctrica la paga el Cabildo. Y esto es raro. Las conversaciones con los vecinos de Arguineguín para que vendan sus casas y se las dejen a REE tampoco las lleva REE, lo hace el Cabildo, a algún ecologista asalariado de Ben Magec. Y esto también es raro. El informe sobre la consistencia de las presas no lo hace REE, lo hace Morales con una empresa “suya”, afecta, amiga, sin capacidad para actuar por sí misma porque si no, no cobraría. La gente de Gran Canaria y de todo el Archipiélago debe tener serias dudas sobre si las presas podrían derrumbarse porque nadie sabe lo que aguantarían paredes que no fueron construidas para soportar la presión del agua todo el tiempo del mundo al borde del reboso.
Todo es raro, todo es extraño. Todo huele a embaucamiento y a mentira de las grandes. La construcción del gigante durará tanto que para entonces este tipo de energía quedará anticuada. De hecho, ya lo está. Habrá un instante donde gente más independiente le diga a Morales que basta una batería o el uso del hidrógeno para lograr lo mismo que lograría él a través de una devastación programada.
¿Qué hay detrás de este chanchullo? Si un ecologista, una organización ecologista, una organización ciudadana, quisiera conceder el premio al mejor empleado del año, este sin duda recaería en la figura de Toni Morales. Nadie como él ha congregado tantos méritos para ser el empleado de este año, del anterior, y del anterior, de la multinacional Red Eléctrica. Que un defensor del medio ambiente vaya de las manos de un depredador del propio medio ambiente, que haga el trabajo sucio, pagando la propaganda, el chantaje a los vecinos, silenciando todo aquello que le pueda causar cualquier incomodidad, que pague incluso los informes que debiera realizar el propio depredador que espera sacar beneficios multimillonarios durante 75 años del comportamiento sospechoso de Nueva Canarias y de sus principales dirigentes, es para concederle como mínimo tal denominación: Morales, empleado del año de Red Eléctrica.
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