Noelia de Pablos, responsable de los programas de mujer, trata y prostitución la organización, señala que en los últimos años se ha producido además un aumento en el número de mujeres en situación de sin hogar.
La realidad acompañada por Cáritas tiene rostro de mujer. Según los últimos datos, Cáritas acompañó en 2021 en España a más de 13.834 mujeres en 28 programas específicos relacionados con la mujer. Una de cada cuatro mujeres atendidas en esos proyectos (3.500) eran víctimas de violencia o se encontraban en contextos de prostitución, según señala Noelia de Pablos, responsable de los programas de mujer, trata y prostitución la organización.
En los últimos años se ha producido además un aumento en el número de mujeres en situación de sin hogar (20% de mujeres, frente a 80% de hombres). Esta realidad ha obligado a las Cáritas diocesanas a aumentar sus recursos. Actualmente, una de cada tres cuenta con algún proyecto específico para mujeres debido al aumento de las demandas.
Además, el 64 por ciento de las personas acompañadas en los programas de empleo son mujeres. “Esta tendencia se mantiene a lo largo de los años, fruto de las múltiples barreras y obstáculos que enfrentan las mujeres a la hora de acceder, mantenerse y progresar en el mercado laboral”, explica Noelia de Pablo, responsable de los programas de Mujer, Trata y Prostitución de Cáritas Española.
Las tareas de los cuidados
Gracias al trabajo diario con miles de mujeres en situación de vulnerabilidad, Cáritas conmemoró el Día Internacional de la Mujer, el pasado 8 de marzo, con una llamada de atención sobre los retos pendientes para avanzar en el derecho de las mujeres a la igualdad y a una vida libre de todo tipo de violencia.
Entre esos aspectos, destaca el actual sistema de bienestar, que hace recaer sobre las mujeres las tareas de los cuidados. “Esta realidad limita su inserción laboral y tiene graves implicaciones a nivel personal y social: menor independencia económica para decidir sobre sus vidas, menor acceso al ocio y la cultura y menor participación en la vida democrática de su comunidad. Además, son las mayores perceptoras de pensiones no contributivas al llegar la jubilación, por eso las mujeres mayores tienen mayor vulnerabilidad económica”, destaca Noelia de Pablo.
Invisibilidad y estigmatización
La violencia contra la mujer tiene un impacto mayor en personas en situación de pobreza y exclusión social. “En nuestro día a día, acompañamos a mujeres que se ven inmersas en distintas manifestaciones de violencia y en muchas ocasiones invisibilizadas. Esta invisibilidad no solo vulnera, excluye y estigmatiza a las mujeres que llegan a nuestros recursos, sino que también aumenta el riesgo de que sufran abusos, violencias y explotación”, apunta.
En el extremo de la exclusión social, se encuentran las mujeres en situación de sinhogarismo, cuyo número no hace más que aumentar. “Se trata de una situación de especial desprotección y vulnerabilidad, así como de una mayor estigmatización”, añade Noelia de Pablo.