Julio Luis Pérez: «Adeje se ha volcado con el equipo»

UD Costa Adeje Tenerife Egatesa | Foto: Egatesa

UD Costa Adeje Tenerife Egatesa | Foto: Egatesa

El vicepresidente de la UD Costa Adeje Tenerife Egatesa señala que todas las jugadoras del equipo están por encima del salario mínimo y «muy contentas».

El vicepresidente de la UD Costa Adeje Tenerife Egatesa, Julio Luis Pérez, se muestra muy satisfecho con la acogida que le ha dispensado el Ayuntamiento de Adeje al club de fútbol femenino: «Estamos alucinados».

Señala que el equipo estaba muy cómodo en Granadilla, localidad en la que el anterior grupo de gobierno anterior tenía «más claro» el apoyo al fútbol femenino. Sin embargo, tras las elecciones locales, detectaron que el nuevo equipo de gobierno no lo tenía «tan claro», motivo por el cual buscaron otra localidad que les dispensara el apoyo y lo encontraron en Adeje.

De un presupuesto de 30.000 euros a uno de 2,8 millones

Pérez señala que el recorrido del club hasta llegar a ser uno de los más punteros en la división de honor ha sido largo y no siempre fácil. Recuerda que, desde los comienzos, cuando su presupuesto rondaba los 30.000 euros, contó con el apoyo del empresario Rodolfo Núñez, presidente de Binter, que vió pronto que el fútbol femenino «tenía futuro». 

Actualmente, el club cuenta con un presupuesto de 2,8 millones de euros, un dinero que se nutre de distintos patrocinios oficiales, como los que proporciona el Gobierno de Canarias, el Cabildo de Tenerife y el Ayuntamiento de Adeje. Pérez lamenta el escaso apoyo de la Federación Española de Fútbol, cuyo apoyo no es proporcional al del gasto de los equipos.

Rubiales había instalado el miedo

A este respecto, Pérez es muy crítico con el mandato del ex presidente Luis Rubiales, al que acusa de estropear el éxito de la Selección Española de Fútbol Femenino en el pasado mundial. Lamenta que Rubiales no tuviera un comportamiento «normal» y entiende perfectamente las protestas de las jugadoras: «Había instalado el miedo en la Federación, donde llegabas y no podías mover un dedo».