Héctor Fernández, consejero delegado de la Sociedad de Promoción Exterior de Lanzarote, considera que el sector turístico requiere hoy de una gran agilidad organizativa para adaptarse a las demandas.
La Sociedad de Promoción Exterior de Lanzarote (Spel) ha registrado un volumen histórico de negocio que supera los diez millones de euros. Este récord se ha logrado gracias a la aportación económica del Cabildo lanzaroteño, que ha aumentado casi en un cincuenta por ciento su presupuesto, alcanzando los 6,5 millones de euros durante el ejercicio de 2023.
Agilidad para dar respuesta a la demanda
Su consejero delegado, Héctor Fernández, señala que, al día de hoy, las sociedades de promoción tienen que ser, sobre todo, ágiles para poder dar respuesta a las necesidades cambiantes del sector: «Nada tiene que ver el turismo de hace unos años, o los motivos por los que se viaja, con los de ahora».
Recuerda que Canarias, y Lanzarote, se mueven en cifras de llegadas de turistas cercana a los de muchos países como Túnez o Turquía, lo cual requiere un alto grado de organización. A este respecto, no descarta el uso de la inteligencia artificial y ya tienen un proyecto para instalarlo en la oficina turística del aeropuerto, que permite ofrecer planes individualizados a los turistas.
La resistencia del mercado alemán
Indica que Alemania se sigue resistiendo y no alcanza el nivel de irlandeses o ingleses. Apunta que hay muchos factores que son ajenos a la promoción y considera que muchos turoperadores tienen más intereses en otras islas. A esto se suma las dificultades de la economía alemana y el carácter prudente de su ciudadanía.
«Hay que pensar con luz larga cómo va funcionar el sector turístico en el marco de los cambios climáticos y la situación geopolítica», afirma Fernández, que entiende que la Unión Europea está actuando de forma muy responsable en el planteamiento de cómo deben evolucionar los transportes y las energías alternativas. Así, indica que hay que hacer frente al crecimiento de la idea, en los países nórdicos, de la «vergüenza a volar» por la contaminación que producen las aeronaves.
Fernández vincula esto con la creciente crítica que se observa en las redes sociales de la integración del turismo en la vida de Canarias: «Por ahora no hay turismofobia», pero entiende que este es el momento en que se debe actuar para que la comunidad residente no se vea afectada por la expansión turística.