Cristian Macía, presidente de la asociación para la inclusión acompáñame y coordinador del estudio, señala que la situación afecta más a las mujeres, debido a su mayor esperanza de vida.
La soledad no deseada es un fenómeno creciente entre la población de personas mayores, una percepción subjetiva de aislamiento y falta de conexión social que tiene consecuencias directas en la salud mental y física. Para conocer el alcance real de esta problemática en La Laguna, la Sociedad Municipal de Viviendas y Servicios (Muvisa), responsable de la gestión del plan de dinamización y envejecimiento saludable de la localidad, ha encargado un estudio integral que será la base para la creación del primer programa de acción permanente contra la soledad no deseada en La Laguna.
Cristian Macía, presidente de la asociación para la inclusión acompáñame y coordinador del estudio, indica que el estudio se ha llevado a cabo por un equipo multidisciplinar y sobre una amplia muestra representativa de 400 personas.
Entre el ingente volumen de datos obtenido, llama la atención que dos de cada tres mayores de 55 años afirman que se sienten solos y solas con frecuencia, que el 70% considera que no cuenta con redes de apoyo familiares y sociales suficientes o que el 65,6% de las personas que experimentan soledad no elegida presentan problemas de salud mental.
Macía señala que la soledad no deseada impacta en la salud mental, “aumentando el riesgo de depresión, ansiedad y deterioro cognitivo, además de provocar serias afectaciones a la salud física, incrementando el riesgo de enfermedades cardiovasculares, disminuyendo la función inmunológica y reduciendo la esperanza de vida”.
El análisis de los datos recopilados “pone de manifiesto una relación significativa entre la soledad y diversas dimensiones de la calidad de vida y la salud de las personas mayores. En primer lugar, se observa que la soledad está fuertemente asociada a las limitaciones físicas y funcionales”, explicó.
Relación entre soledad y autonomía personal
Así, “las personas que presentan mayores dificultades para moverse, cuidar de sí mismas o realizar actividades cotidianas experimentan niveles más altos, lo que sugiere que la pérdida de autonomía no solo afecta la capacidad física de las personas mayores, sino que también tiene un impacto negativo en su bienestar emocional, aumentando la sensación de aislamiento y no pertenencia”.
De hecho”, explicó el coordinador del estudio, “las personas mayores que consideran que su salud es mala o regular tienden a sentirse más solas, lo que refuerza la idea de que la soledad no es únicamente una cuestión de aislamiento social, sino que está profundamente entrelazada con la percepción que los individuos tienen de su bienestar general, tanto físico como mental”. Además, “la salud mental emerge como un factor crítico en la experiencia de la soledad. Las personas mayores que padecen ansiedad o depresión tienden a sentirse más solas, lo que subraya la necesidad de abordar la salud mental como parte integral del bienestar”, señaló.