El presidente honorífico del Centro Internacional para la Conservación del Patrimonio recuerda que la nominación como ciudad patrimonio comenzó a gestarse hace treinta y dos años, a partir de una idea suya y del entonces alcalde, Oswaldo Brito.
El presidente honorífico del Centro Internacional para la Conservación del Patrimonio, Miguel Ángel Fernández Matrán, señala que el gran reto que tiene por delante la ciudad de La Laguna es abrirse a la gestión de la participación de la ciudadanía en el acervo social y cultural del municipio.
«Es lo que no podemos perder»
Indica que, para este fin, se parte de una posición privilegiada, pues, aunque se trate de una ciudad patrimonio de toda la humanidad, sus valores son reconocibles por la ciudadanía, «que es lo que no podemos perder».
Señala que esta participación de la ciudadanía es un mandato de la Unesco a todas las ciudades patrimonios. Recuerda que, en el momento del reconocimiento, hace veinticinco años, se hablaba de los objetos arquitectónicos que componían la ciudad y, con el tiempo, se comenzó a hablar de la relación de esos objetos con el medio en el que se insertan, pero ahora se acentúa, sobre todo, la participación de la ciudadanía.
El papel de Oswaldo Brito
Recuerda que la idea de La Laguna como ciudad patrimonio de la humanidad comenzó a gestarse hace treinta y dos años, a partir de una idea suya y del entonces alcalde, Oswaldo Brito.
En 1992 se celebró un congreso internacional a propósito de los actos conmemorativos del descubrimiento de América, presidido por Jacques Delors, entonces presidente de la Comisión Europea, y en el que participó el rey Juan Carlos. Fue, recuerda, el momento propicio para lanzar la idea.