El director del Instituto de Astrofísica de Canarias, Rafael Rebolo, defiende la instalación del telescopio como una oportunidad única para la isla, mientras que Ben Magec cree que “hay que desinflar este suflé”.
El director del Instituto Astrofísico de Canarias, Rafael Rebolo y Pablo Batista, de la asociación ecologista, Ben Magec, se muestran muy distintes a la hora de valorar lo que significa para Canarias y, en concreto para la isla de La Palma, la instalación del consorcio del telescopio TMT, el más grande del Hesmiferio Norte. Mientras Rebolo asegura que esta instalación convertiría a la isla en una reserva científica de primer nivel, mientras que Batista aconseja "bajar el suflé", el entuiasmo poco reflexivo que a su parecer está generando el proyecto, porque entiende que las bondades del proyecto no son tantas como se dicen.
Rebolo opina que el TMT, cuyo proyecto estaba pensado para instalarse en Hawai pero que las protestas ecologistas ha hecho que miren como nuevo destino La Palma, "es una oportunidad única porque nos pondría en primera línea de los medios de comunicación de todo el planeta, habría un importante ingreso económico y permitiría que muchos estudiantes de todo el Archipiélago pudieran optar a un mercado de trabajo que hasta ahora está vetado para nosotros".
Batista, sin embargo, ve un peligro para el medio ambiente y el parque nacional, no ve tan claro los grandes ingresos económicos y aconseja "desinflar el suflé que se ha montando alrededor de este proyecto". En su opinión, este consorcio lleva cuatro años invirtiendo en Hawai para compensar lo que significa una constucción de este tipo de aparatos "mientras que si se hace en La Palma no existen estas inversiones".