Hablamos con el autor de “Unión del Pueblo Canario. Luces y sombras del nacionalismo autodeterminista canario en los 70-80”.
La 'Unión del Pueblo Canario (UPC) aglutinó a finales de los años setenta del siglo pasado a un mundo "muy plural" conformado por activistas de izquierdas y nacionalistas. En las elecciones de 1979 consiguieron un apoyo "que los sorprendió a ellos mismos". Así, obtuvieron diez concejales y la alcaldía de Las Palmas de Gran Canaria y seis concejales en Santa Cruz de Tenerife.
El entonces alcalde de Las Palmas de Gran Canaria, Manuel Bermejo, ha sido "injustamente olvidado", pues a él se deben éxitos "poco cuestionables" como la municipalización de las guaguas o las primeras guarderías que se ponen en marcha "incluso en todo el Estado". También hay que atribuirles "grandes fracasos", como la gestión del agua. Su ocaso responde a múltiples causas, entre ellas el acoso mediático, llegándose a publicar "Llega la chusma al Ayuntamiento", la falta de recursos, los "errores propios y "el fuego amigo".
Señala que la impronta de UPC no solo influyó en el desarrollo posterior de la izquierda, sino también en el de la derecha. Así, cuando colapsó UCD, muchos dirigentes de ese partido formaron las AIC, que después darían lugar a Coalición Canaria: "En Canarias no había antecedentes de nacionalismo de derechas, como en el País Vasco o Cataluña, sin UPC tal vez no hubiese nacido CC". En la izquierda, el triunfo del PSOE en 1982 arrastró muchos votos, porque "muchos se dieron cuenta de que la realidad obligaba a reformas".
Betancourt sigue pensando que, con sus aciertos y errores, el nacionalismo "es esencial para Canarias".