Vencedores y vencidos

Comentario inicial de Francisco Javier Chavanel, director de El Espejo Canario

Sucedió el pasado 28 de diciembre, Día de los Inocentes, apenas una semana después de que Fernando Clavijo desalojara del gobierno autonómico al Partido Socialista. Lo que sucedió es que Marián Franquet, portavoz de la gestora que preside José Miguel Rodríguez Fraga, se envió una carta a sí  misma, carta de la portavoz de la gestora a todos los cargos públicos que quedaban en el Gobierno para decirles que no se movieran, que se quedaran allí, que no se les ocurriera dimitir.

Marián Franquet se envió una carta a sí misma por cuanto ella es la que firma la carta como portavoz de la gestora y ella es la que también la recibe como cargo público socialista, al todavía constar como directora del Instituto Canario de la Mujer. El gesto debe interpretarse como ese corredor que los socialistas han dejado abierto con Coalición Canaria por si hay alguna opción para volver al Ejecutivo.

Pero mucho me temo que ese corredor saltó ayer por los aires. Algunos de los socialistas que se han quedado en el Gobierno, que son prácticamente todos los nombrados en su día por Patricia Hernández, siguen en sus cargos hasta por lo menos el lunes. Siguen, por lo tanto, cobrando de ese Gobierno, es decir, de nosotros; siguen cobrando pese a no representar a casi nada ni a nadie mientras la señora Hernández no ha dejado de conspirar conjuntamente con Román Rodríguez para cambiar el Ejecutivo en el que continúan comiendo la sopa boba sus compañeros, y mientras se producían los acontecimientos de ayer en el Parlamento, donde los socialistas con Nueva Canarias y Podemos intentaron convertir la comparecencia de Clavijo en una especie de moción de confianza o moción de censura encubierta.

Tal como adelantamos ayer, y antes de ayer, y así durante casi un mes, todo resultó un fracaso para los emboscados. El discurso de Román se fue diluyendo como un azucarillo pues no tenía cartas con las que jugar, y todas las explicaciones victimistas del PSOE chocaron contra una pared.

El presidente les dijo: “Si tan malo he sido con ustedes, si he sido tan malvado y les he hecho tanto daño, ¿por qué no se fueron del Gobierno, por qué tuve que echarles yo? Esa pregunta quedó sin respuesta. Es una pregunta que sólo puede y debe responder Patricia Hernández, aunque todo el PSOE ya adivina la respuesta. El PSOE se quedó en el Gobierno aguantando carros y carretas, perdiendo la dignidad, pisoteado cualquier atisbo de vergüenza porque la señora Hernández así lo dispuso porque, por encima de la dignidad de su partido y de sus compañeros, estaba su propio oportunismo, su deseo infatigable de ser la secretaria regional de los socialistas, y de aprovechar la Presidencia para comprar voluntades a su favor.

Es triste decir esto de una persona de 35 años, pero esto es lo que tiene la vida cuando te meten en un Parlamento nacional con 22 años para cumplir con la cuota femenina. Lo que te regalan no lo valoras. Al final aprendes lo peor de la política: basta con estar en el lugar adecuado, rodearse de amigos y de personas que estén en deuda contigo para lograr el objetivo de controlar una organización.

Desde aquí decimos más: Si Patricia Hernández es el fututo del PSOE, entonces el PSOE no tiene futuro. E insistimos: Si el PSOE no está en el Gobierno, la responsabilidad radica en una persona que no asume responsabilidades, que no tiene conocimientos a la altura del cargo que desempeñó, que no trabaja y que no es leal a nada ni a nadie.

Pero, desde luego, tanta autocrítica todavía no ha llegado al reino socialista. Al contrario, algunos combatieron ayer la dura derrota con una máscara de autosuficiencia que raya lo obsceno.

Hicieron algo muy contemporáneo: Cambiar la verdad por una sarta de mentiras en las redes sociales. Las tomaron al asalto y allí vimos toda una procesión de cargos, altos cargos, militantes, simpatizantes, hooligans varios lanzando su mala baba, insultando, difamando, manipulando, maquillando una tarde para llorar en una tarde para el combate… aunque no sabemos de qué combate se trata.

Algunas de las personas que participaron con intensidad en el circo mediático son curiosamente cargos socialistas a los que les llegó la carta de Marián Franquet. Algunos siguen en el Gobierno, cobrando del gobierno de Clavijo, forman parte de él, tal como les pidió Franquet. Pero ayer, en medio del tormento y de la oscuridad, el carné les pudo sobre su sentido moral. La ética la tiraron a la basura, se quitaron el disfraz y apareció lo peor de ellos: ese fundamentalismo irredento que no les ayuda a digerir un grave traspié.

Tuvieron posiblemente la oportunidad de sus vidas, una oportunidad generacional como la tuvieron Pedro Sánchez y Pablo Iglesias el día que decidieron no apoyarse mutuamente para permitir una nueva presidencia de Rajoy; tuvieron la ocasión de cambiar lo que tanto han criticado o, al menos, de intentarlo, y esa constancia, esa verdad auténtica, la de haberlo perdido todo cuando el baile estaba comenzando, haberlo perdido por errores de estrategia y de comportamiento, haberlo perdido por inmadurez, por desconocimiento del escenario, por no saber interpretar los signos, saber dialogar, saber escuchar, es lo que ya nos les permite seguir habitando en su propia piel.

Fue una operación de marketing, la última posiblemente montada por el equipo de Patricia Hernández… Hagamos ruido para que la gente no nos vea llorar. Pero la gente ha visto las lágrimas y no son lágrimas ni de arrepentimiento ni lágrimas de quien está dispuesto a aprender de un error; son las lágrimas de la impotencia, del cabreo, y del odio, por habérseles expulsado de un castillo que creían conquistado. Lloran porque presienten que están asistiendo a su propio entierro.

Ayer el presidente Clavijo compareció en el Parlamento con el apoyo de 18 diputados, los suyos. Y cuando acabó la sesión tenía 33. Los 18 suyos, los 3 de Casimiro Curbelo y los 12 del PP, que expresó su voluntad de no prestarse a golpe alguno y sí a formar parte del Ejecutivo. Ese es el resultado real: 33 a 27. Las derechas por un lado, las izquierdas por el otro. Si alguien le imputa a Curbelo su posición, que no se olvide que está ahí porque el Partido Socialista, en tiempos de José Miguel Pérez, inició una persecución contra él amparándose en una investigación judicial que ha terminado por darle la razón al dirigente gomero. O sea, que el PSOE no aceptó ni con Pérez ni con Patricia; ellos son los principales responsables de este desaguisado. A ver cómo lo cuentan en las redes sociales.

Después de un combate como el de ayer hay, por supuesto, vencedores y vencidos. A partir de estos momentos habrá que dudar muy en serio sobre si hay futuro para Patricia Hernández en el mando del PSOE y si Román Rodríguez inicia su declive después de sus profundos errores estratégicos del último año. No será porque no lo hayamos dicho de todas las maneras posibles en este programa. También han salido derrotados el Cabildo de Gran Canaria, que ayudó en la intriga más allá de lo racional, y dos medios de comunicación que han confundido su papel informativo con el de jaleadores de operaciones tóxicas.