Comentario inicial de Francisco Javier Chavanel, director de El Espejo Canario
Un psiquiatra urgente para Patricia Hernández e Iñaqui Lavandera. Necesitan una mano amiga, alguien que los escuche y les haga sentir que todavía son importantes. Ahora están airados, resentidos, con deseos de vengarse del ‘malísimo’ Fernando Clavijo, que sometió a los socialistas a una sesión de tortura hasta que estos abandonaron, transidos y derrotados internamente por el Fedecan; se fueron del gobierno y se quedaron al mismo tiempo —me temo— en la calle y sin llavín.
Las posibilidades de Hernández de ser secretaria regional del PSOE decrecen a medida que pasan las horas. Ni sus principales patrocinadores —Rodríguez Fraga entre ellos— confían en sus posibilidades. El PSOE quiere volver al Gobierno, volver a la vera de Clavijo y de los nacionalistas, y para eso necesitan del PP dubitativo de esta hora y de que Hernández no gane.
No hay semana que pase donde el dúo —Hernández y Lavandera— no se monte en el caballo del victimismo, mezclando cuestiones personales con generales, volviéndose locos a ver si Asier Antona también entra en su bucle y enciende la mecha de la moción de censura… No ocurrirá, no tiene permiso de Madrid y menos lo tendrá con lo que está pasando en la capital, con unos presupuestos que ya no se sabe si serán aprobados o no, y con Nueva Canarias encaramada en una calculada indefinición. La situación favorece a Coalición Canaria, que podrá gobernar en solitario o con el PP o con el PSOE, según como se den las cosas.
Si el caos desordena los cerebros socialistas, no crean ustedes que están para presumir NC y PP. Los conservadores quieren dar la sensación de que gobiernan desde la oposición y por eso publicitan sus encuentros con el resto de fuerzas como si hubieran conquistado la Luna. En algunas cosas aciertan y en otras se desordenan. Por ejemplo: en la Ley Electoral.
Vivimos un momento único. Los nacionalistas, fruto de su minoría, están dispuestos a aceptar por vez primera en su historia un ligero maquillaje de la triple paridad. Hasta Casimiro Curbelo, presidente de La Gomera, el capitán general más crítico con cualquier cambio de la Ley, acepta una lista regional de diez parlamentarios y la bajada de los topes en un 50%, tanto a nivel insular como regional. No es algo baladí: supondría, si nos aplicamos en los datos de los pasados comicios, que Ciudadanos, con sus 52.000 papeletas hubiera entrado. Supondría una rectificación a este absurdo de Ley que consagra diferencias insalvables entre seres humanos que componen un mismo Archipiélago y que no son iguales a la hora de acudir a las urnas.
No es desigualdad enana. El 18% de los votantes eligen al 50% del Parlamento, y el otro 82% al 50% restante. El territorio por encima de los habitantes. El territorio por encima de los ciudadanos que son la base de cualquier régimen democrático.
No seré yo quien recurra a esta certeza para invalidar o anular el papel de las islas periféricas. Justamente el reparto del Fedecan acaba de demostrar que los partidos políticos crujen entre sí, se desarman y se desarticulan, cuando pretenden cambiar un instrumento que ha sido básico para su desarrollo.
Por eso me parece que la lista regional de diez parlamentarios es un avance extraordinario, porque supondría la oportunidad de votar directamente al presidente de Canarias y, además, nos sacaría del laberinto del isloteñismo fraticida. E igual de extraordinario me parece la posición última tanto del PP como del PSOE, como de Nueva Canarias, tres partidos que presumen de conciencia regional, de furibundos adalides de la ruptura de la triple paridad ya que, a su entender, es la que le otorga la victoria a Coalición Canaria y que, de repente, por cuestiones venales o puramente sectarias, ya no quieren una lista regional sino que Tenerife y Gran Canaria tengan 5 parlamentarios más. Y punto.
Este descabalgamiento de una Canarias unida y solidaria para pensar exclusivamente en sus conveniencias, deseos profundos de sobrevivir en tiempos difíciles, es el líquido amniótico que necesita CC para volver a gobernar en 2019. Están felices en CC. Podrán mantener la filosofía de la triple paridad gracias a que la oposición ni está unida ni hace región. En esta clase de anarquía los nacionalistas suelen ser los reyes.