«Saquen sus sucias manos»

Televisión Canaria

Televisión Canaria

Comentario inicial de Marian Álvarez en El Espejo Canario.

Por Marian Álvarez

Estos días Facebook me recordó que hace siete años me sometí al examen de idoneidad de la comisión de control de Radio Televisión Canaria para ser miembro del Consejo Rector del ente público, en virtud de la por aquella época recién aprobada Ley 13/2014 de 26 de diciembre de Radiotelevisión Canaria.

Caí en el engaño, me hicieron creer que podía contribuir a cambiar las cosas… Recuerdo que en aquellos tiempos el slogan era que los medios públicos debían dejar de ser noticia, para centrarse en dar las noticias… Se pasaba de un modelo de consejo de administración de cuotas de designación política, a un Consejo rector de profesionales de los medios, propuestos por los partidos políticos, pero que debían pasar el visto bueno de todo el arco parlamentario.

Fue CC quien me ofreció la oportunidad de participar de forma autónoma y libre en la transformación hacia un nuevo modelo que garantizara los fines de los medios públicos de comunicación. Fue también CC quien propuso a Santiago Negrín, no sólo como consejero, sino como Presidente del ente. Poco tardé en descubrir que ni ellos mismos eran conscientes de que la nueva ley no les permitía seguir mangoneando la tele, porque para eso estaba diseñada, para transparentar, para establecer criterios objetivos en el gasto del dinero público, para profesionalizarse, para servir a los ciudadanos y no para beneficiar a los amigos de la política o de las empresas.

Y cuando comprobaron que el presidente del ente, conforme a la nueva ley, no tenía el poder que otrora tuviera su antecesor, Willi García, y los profesionales que se sentaban en el Consejo Rector luchaban para evitar que se pervirtieran los principios de aquella ley, se inventaron aquello de la bicefalia imperfecta. Nunca hubo una bicefalia. El Gobierno del ente correspondía a las mayorías democráticas de aquel Consejo de número impar, no al capricho de su presidente. Y como con aquella Ley no podían hacer lo que querían, retorcieron su espíritu hasta conseguir cambiarla. Para aquel entonces yo ya había dimitido.

Pero no culpo exclusivamente a CC, sino a todo el arco parlamentario, al Gobierno y a las propias empresas audiovisuales (a algunas de ellas) como denuncié en mi carta de renuncia. Por acción y por omisión, todos pusieron su granito de arena para que la oportunidad del cambio se fuera al garate.

Tanto es así que Francisco Pomares, uno de los que desde fuera, pero en perfecta connivencia con Santiago Negrín, apaleaba a las consejeras que defendían la legalidad, fue propuesto hace unos meses para ocupar un puesto en la Junta de Control del ente, dinamitando cualquier oportunidad de sacar a Radio Televisión Canaria de la ingobernable tesitura en la que lleva una década.

Y aunque nuevamente ha sido CC quien ha propuesto al personaje de la discordia, ninguno de los partidos representados en el Parlamento canario es inocente, todos siguen contribuyendo a esta vergüenza pública cuyo último bochorno ha sido que nadie se presentara al concurso para dotar a la televisión pública, en régimen de cesión, de los medios técnicos que necesita para seguir emitiendo.

Siete años después, nada ha cambiado para mejor, sino para peor. Desde diciembre de 2014 hay una exigencia legislativa para que el Parlamento apruebe el mandato marco(con vigencia de seis años) para concretar los objetivos generales de la función de servicio público que tienen la radio y la televisión canaria…. Desde diciembre de 2014… Y seguimos esperando…

Esta semana Si Podemos Canarias, que forma parte del pacto de Gobierno, ha defendido en el Parlamento una proposición no de ley para que la radio y la tele públicas difundan una campaña que ponga en valor lo público, dando relevancia a los servicios y trabajadores públicos y combatir así la percepción de que lo privado funciona mejor. Lo propone el partido que lleva la Consejería de Derechos Sociales, esa consejería que arrastra los peores indicadores de prestación de servicios básicos y fundamentales como la dependencia, la discapacidad, la ayudas básicas, la atención a los mayores. La misma Consejería que tiene en contra a las entidades del tercer sector que tienen que ocuparse de atender, sin ánimo de lucro, a los más vulnerables a los que no atiende el sistema, la misma Consejería cuyos trabajadores piden al presidente del Gobierno, Ángel Victor Torres, que por favor cese a la consejera. Señor Francisco Déniz, diputado de Si Podemos Canarias, asegúrese de que los servicios públicos sean bien gestionados, que la reputación viene sola sin necesidad de montar campañas. Y puestos a pedir, asegúrese de conseguir que la radio y la tele canarias sean de verdad un servicio público, y no una herramienta al servicio de intereses políticos y particulares.

Chavanel siempre se burla de mi ingenuidad. Mi breve (apenas nueve meses) y no retribuida (el cargo no era retribuido y cobré en total 600 euros en concepto de dieta por asistir a las reuniones del Consejo) experiencia fue un verdadero quebradero de cabeza que me dio infinidad de sinsabores. He vuelto a revisar mis archivos, la preparación de cada uno de los puntos del orden del día de las reuniones, decenas de escritos pidiendo información, horas y horas de sesiones transcritas por mi misma para poder enmendar con votos particulares las actas redactadas al gusto del Presidente; horas y horas de estudio documentación, de redactar mis propios informes, de contrastar leyes, decretos, reglamentos, modelos… Pero no me arrepiento, y lo que es peor, sigo siendo una ilusa, porque sigo teniendo principios y valores.

He vuelto a ver el video de mi comparecencia parlamentaria aquel 19 de febrero de 2015, y me niego a perder la vocación, la pasión y la integridad con la que me dirigí a los diputados y diputadas en aquel “examen de idoneidad” para defender mi candidatura, las mismas con las que después redacté mi carta de dimisión el 30 de diciembre.
Hoy, tantos años después, pero de forma más explícita, les vuelvo a decir lo mismo. O defienden la democracia y diseñan un verdadero modelo de medios públicos, o los entierran, pero saquen ya de ahí sus sucias manos.