Jorge León Jiménez es auxiliar de enfermería en el Hospital Materno Infantil, en la planta octava, la del Covid-9, en la que ahora ya no hay enfermos.
Jorge León Jiménez, auxiliar de enfermería del Hospital Universitario Materno Infantil de Las Palmas de Gran Canaria, dice casi con orgullo que “no tenemos pacientes ahora mismo”. Y debe estar orgulloso porque su trabajo se desarrolla en la planta 8 del hospital, la planta del coronavirus, uno de los espacios probablemente con más estrés laboral durante los últimos meses.
Y ahora el grupo de sanitarios que se ha formó, con voluntarios y personal asignado, para esa planta del Covid-19 se ha convertido en “un gran equipo”, que desde el principio y en los momentos más complicados “nos cuidábamos mutuamente”, apunta León, que destaca que con la enfermedad “fuimos perdiendo el miedo, pero no el respeto”. Lo dice alguien que sabe perfectamente de qué habla, que está a pie de cama, y que agradece los aplausos de las 7 de la tarde, pero recuerda lo importante que es “defender la sanidad pública” y luchar “para que no haya recortes”.
“Impotencia de no poder hacer más”
Las medidas de seguridad frente al virus que se adoptaron en la planta “eran las correctas”, por eso cuando le dieron la posibilidad de trasladarse a un hotel si tenía miedo de contagiar a su familia, Jorge León, lo habló en su casa y “mi familia dijo de tirar para adelante, y me quedé en casa con todas las medidas a nuestro alcance”.
Sobre la situación de los ingresados en la planta 8, este sanitario asegura que es “muy duro”, porque una vez que ingresaban “ya no tenían contacto alguno con el exterior, las personas más mayores no tenían ni teléfonos móviles”, y ahí estos auxiliares de enfermería han jugado un papel crucial “siempre había uno de nosotros con ellos para que no se sintiesen solos, eso al menos lo intentamos”. Quizás la sensación que más ha invadido a este auxiliar del Materno Infantil es “la impotencia de no de no poder hacer más”.