José Manuel Sánchez Rijo es el propietario de “la botica de pueblo de toda la vida” en el municipio de Antigua, en un lugar precioso “rodeado de una zona agrícola” en la que los vecinos han sido auténticos protagonistas por la solidaridad entre ellos, y en general la que se ha mantenido en toda la isla de Fuerteventura.
Nos dice Sánchez Rijo que los primeros días del confinamiento “había mucha confusión y miedo, pero poco a poco todos los vecinos empezaron a ayudarse” unos a otros. Y en su farmacia la experiencia la vivieron de primera mano, cuando todavía no había mascarillas “unas chicas del pueblo, que se dedican a la confección, nos hicieron unas gratis”. También señala este farmacéutico cómo desde el Cabildo les hicieron llegar a su empresa unas “pantallas protectoras hechas en impresoras 3D”.
Y si algo tiene grabado José Manuel Sánchez Rijo es el olor del pan de leña que le hacen llegar a la farmacia, “el otro día apareció un vecino con una cesta llena de pan” y, también han recibido frutas de los vecinos. Es una forma de agradecimiento por el hecho de que estén ahí trabajando y, de alguna forma, cuidando de ellos. “ A veces nos llaman hasta de Protección civil para saber si algunos de los pacientes mayores ha dejado de pasar a por sus medicinas”, como forma de controlar a “los abuelitos”, dice José Manuel, que afirma que con la pandemia se ha vivido “una experiencia muy dura, pero muy bonita”.