La periodista nos visitó para presentarnos su libro "Historias prestadas", una recopilación de sus mejores artículos.
Marisol Ayala es toda una institución en el periodismo canario, desarrollando la mayor parte de su actividad en las páginas de sucesos del diario La Provincia. Ahora, gran parte de esa experiencia se presenta bajo la forma de un libro titulado ‘Historias Prestadas’ (Mercurio Editorial, 2017), que da cuenta de las columnas de la periodista bajo el epígrafe ‘Volando Bajito’.
Estas notas, señala Ayala, nacen de “cuando vas a una rueda de prensa y ves algo que no tiene entidad para una noticia, pero sí para un huequito”. En ellas tienen cabida las “grandezas y miserias” de tantas personas a las que el libro quiere llevar, también, “un agradecimiento”.
Son piezas labradas a pico y pala en una época en que era común que los periodistas salieran a la calle para buscar ese algo más que hay detrás de cada pieza de información. “Hoy hay periodistas que no salen a la calle. La pobreza, la prostitución, la drogadicción no gusta a los periodistas chachis”. Sin embargo, Ayala reconoce que las mejores experiencias de su vida las ha tenido "entre personas que no tenían para dónde mirar”.
Así, recuerda que hace veinticinco años falleció un joven por sobredosis en en los apartamentos Astorias de Las Palmas de Gran Canaria. “Localizamos a su familia, y cuando nos acercamos me di cuenta de que la madre no sabía nada. No sé ni cómo nos atrevimos a ir. Me fui, y al rato volvimos y la mujer había envejecido 200 años. La casa era una cueva. La mujer me dijo que no sabía hacer nada. Y yo le contesté que algo sabría hacer y le pedí que se viniera a cuidar a mis hijos. Desde entonces María ha mandado en mi casa más que yo”.
Ser hija predilecta de la ciudad no la ha cambiado “en nada”. Ya se dio cuenta del valor de la distinción cuando al muy distinguido Gelu Barbu “le tuvimos que buscarle una residencia dónde murió”. Sin embargo, se reconoce “agradecida” por el nombramiento, aunque el entonces alcalde, Juan José Cardona, “nunca me lo comunicó. Se ve que le dolió, aunque en honor a la verdad, cuando me dieron el premio vino y me felicitó”.
Ayala afirmar tener muchas propuestas sobre su mesa: “Colaboro por ahí, tengo dos o tres proyectos y dos o tres encargos. Me han ofrecido hasta un programa en televisión. En periodismo lo importante es estar, aunque no paguen, sembrando”. Además, tiene en mente escribir dos biografías “de dos personas importantes de aquí”.
Sobre la situación actual del periodismo, Marisol Ayala considera que hay muchos periodistas “que no se adaptan a los cambios”, y está segura de que “no va a volver ni el periodismo de antes ni las condiciones económicas de antes. Hay gente que lleva la pena en la cara”. No obstante, “no le puedes decir a un joven que cobra 700 euros lo bonita que es la profesión cuando lo que quiere es formar una familia”.
No recuerda ninguna experiencia de acoso sexual en el periodismo, porque “si los hubiese conocido los hubiese denunciado”. Si conoció un caso que aún la intriga. Se trata del asesinato de una mujer en Jinámar a manos de su marido. “Recuerdo que cuando llegamos sus hijos estaban consolando al asesino. Aún tengo curiosidad en hablar con ellos para ver qué pudo pasar por sus cabezas”.
Recuerda que fue el político Julio Bonis el que puso en riesgo “el pan” de sus hijos. A mediados de los años noventa murieron cuatro niños en el Hospital Materno Infantil por hidrocefalia achacable a mala praxis. Bonis trató de ocultarlo, pero se publicó no sin una gran campaña de persecución del que entonces era consejero de Sanidad del Gobierno de Canarias.