El médico, forense y ex delegado del Gobierno contra la violencia de género recuerda que muchas personas que voten a los partidos que niegan la violencia machista sufrirán en sus familias esas agresiones.
El médico, forense y ex delegado del Gobierno contra la violencia de género, Miguel Lorente, afirma que actualmente estamos viviendo una fase de «refundación del machismo» como una respuesta reaccionaria a los avances del feminismo de las últimas décadas.
Cuatro fases
Lorente recuerda que en el último siglo se han registrado cuatro fases en la actitud de los hombres con respecto a los movimientos igualitarios protagonizados por las mujeres. Una primera, en el primer cuarto del siglo XX, consistió en cierta concesión en que los hombres permitieron la incorporación de las mujeres a determinados ámbitos sociales y laborales.
La segunda, en torno a los años setenta del pasado siglo, siguió la senda de la colaboración al permitir que las mujeres pudieran votar, viajar solas, etc. A partir de ahí, se observa una cierta resistencia, en la que los hombres no observan actitudes tan facilitadores y comienzan a plantear problemas al avance de la igualdad. Eso da lugar a una tercera fase de reacción mediante críticas y ataques a las mujeres.
Finalmente se ha llegado a una cuarta fase de ataques, en la que el machismo ha querido mostrar al feminismo como una guerra cultural: «En toda esa evolución se ha incorporado el mensaje de que el feminismo va en contra de los hombres, lo cual no es cierto».
La llegada de la extrema derecha
El experto considera que procesos políticos de extrema derecha, como los que se registran actualmente en varios países de Europa, pueden retrasar los avances del feminismo, sobre todo a través de mensajes que se envían desde las instituciones, aunque no cree que eso pueda parar la transformación social y las demandas de igualdad.
A este respecto, destaca los avances de la denominada Ley del Sólo sí es Sí, que si bien ha tenido unas consecuencias negativas por un fallo técnico en su redacción, es «una magnífica ley, con muchos avances», al ampliar la protección a todas las mujeres y no solo a las que denuncian. Cree que será un instrumento muy bueno contra la violencia de género.
En cualquier caso, considera que aún es necesario mucho trabajo de concienciación, pues le resulta inexplicable que cada año mueran sesenta mujeres y no se produzca un mayor rechazo social contra el machismo: «Imaginemos que todos los años mataran a sesenta personas de un mismo sector, como taxistas o repartidores. Habría una revolución social».
Traición a las mujeres
Lamenta que muchas mujeres y hombres vayan a apoyar en las próximas elecciones a un partido «y a unos pactos» que se desentienden del problema de la violencia de género, cuando esas mismas personas pueden tener hijas, mujeres y hermanas que serán agredidas y violadas.
Asimismo, no entiende que se pacte con ese tipo de partidos «traicionando a las mujeres» y a la igualdad, porque «no se puede hacer un gobierno contra el cincuenta por ciento de la población». Asegura que esa actitud genera impotencia y requiere una exigencia de responsabilidad a la política en su ejercicio «porque las consecuencias pueden ser muy graves».