La vocal del Colegio Oficial de Psicología de SCT ve un origen multifactorial en este “tabú milenario”, con “la soledad y la desesperanza” como principales variables.
“Al suicidio hay que plantarle cara y decirle a las personas que tienen estos pensamientos o lo han intentado que hay ayuda” para ellos “aunque no siempre podamos evitarlo”, ha dicho en La entrevista del día la psicóloga experta en Crisis, Emergencias y Desastres del Colegio Oficial de Psicología de Santa Cruz de Tenerife Virginia Sánchez Caamaño, para quien “la prevención, como en otros casos, es muy importante”, ya que si el profesional “está atento a las señales, puede proporcionarle la ayuda que necesitan” para evitar un desenlace fatal.
Sánchez calificó de “mito” la leyenda de que la persona que anuncia su suicidio lo haga como amenaza o chantaje emocional: “Hay gente que se quiere suicidar y no lo dice y hay quien sí lo dice”, afirmó, al tiempo que alertó del peligro de “quitarle importancia” a lo que el potencial suicida está queriendo comunicar y recomendó “dar credibilidad [a sus palabras] sin llegar a alarmar del todo”, preguntándole por las causas de sus sentimientos y haciéndole ver que hay otras opciones.
Por tratarse de un fenómeno muy complejo —“no hay una sola causa”— es también un proceso largo, dijo la experta, en el que la persona se va cargando de razones “que la obnubilan” hasta decidir acabar con su vida para “acabar con su sufrimiento”. En los datos aportados por la comunicación ¿Afecta el medio a los suicidios que se cometen en España? Análisis descriptivo del patrón temporoespacial, publicada en la Revista de Psiquiatría y Salud Mental, en la que se cifran los suicidios cometidos en virtud del género, épocas del año o comunidades autónomas, Sánchez puntualizó que “son una colección de datos que describen la situación” de la persona (empleado o en paro, en pareja, la edad…) que “nos pueden hacer sospechar” de los procesos psicológicos por los que estaba atravesando, “pero no podemos conocerlos con certeza porque ya no nos lo puede confirmar”, de modo que es difícil para los profesionales averiguar, por ejemplo, por qué las mujeres se suicidan más en marzo y los hombres en verano.
Virginia Sánchez señaló a los sentimientos de “soledad y desesperanza” ante las adversidades de la vida como los principales causantes de los pensamientos suicidas, y negó que el suicida “quiera morir”, sino que percibe “la muerte como la única vía para dejar de sufrir”. El hecho de que estas personas no transmitan su sufrimiento y la idea que barajan para terminar con él, se debe a que “les da vergüenza o se sienten muy culpables porque el suicidio es un tabú, desde hace milenios y hasta la sociedad actual” que aún les condena “por querer perder la vida” acusándoles de cobardía o banalizando sus problemas.
Para diferenciar suicidio de accidente, tras el cual muchas veces queda oculto el primero, la psicóloga explicó que “para poder contabilizarlo como suicidio tiene que quedar claro que la persona ha tenido la intención de quitarse la vida”, quedando en la incógnita aquellos casos que no se han podido demostrar fehacientemente. En cuanto a la influencia de las zonas geográficas en el número de suicidios cometidos, Sánchez indicó que las estadísticas recogen estos por el número de habitantes y si se dan más en las zonas urbanas que en las rurales es por la densidad demográfica. En el caso de las urbes, achacó “probablemente al estrés” el principal motivo de las inmolaciones, así como al aislamiento social y la ‘falta de tiempo’ de la atención primaria para “escuchar” qué le está pasando al paciente.
En este sentido, “los pequeños detalles” a los que hay que prestar atención para reconocer a un potencial suicida son, según la psicóloga y entre otros, “las expresiones acerca de su vida y el futuro; el desinterés por lo que antes interesaba; la negatividad acerca de la valía propia; sentimientos de inutilidad; elaboración de la propia idea de suicidio; y los cambios de humor repentinos”, todos ellos vistos en su conjunto y, en ningún caso, de forma aislada. Ante todos estos síntomas, Sánchez Caamaño recomienda consultar a los profesionales, sean de la medicina o de la psicología y, a título social y personal, ofreciéndoles “un espacio para hablar y ponerse en sus zapatos” introduciendo, incluso, algo de humor como forma “liberadora” de exteriorizar los sentimientos.
Muchas veces las personas con intenciones suicidas no saben a dónde acudir en busca de ayuda, por lo que Virginia Sánchez Caamaño ofreció el teléfono del Colegio de Psicología de Santa Cruz de Tenerife donde están tratando con éxito las llamadas que reciben: 922 28 90 60.