Francisco J. Chavanel
Las dos almas del TSJC
Es curioso: el mismo tribunal que ha permitido que el juez Salvador Alba siguiera en la carrera judicial como tal si cosa, incluso presidiendo tribunales con asuntos de corrupción de por medio (caso Faycán) es el que ahora, fecha de ayer, lo precipita hacia el abismo imputándole cuatro delitos (prevaricación judicial, cohecho, falsedad y revelación de secretos).
Es como si el TSJC tuviera dos almas distintas y enfrentadas entre sí. Hay una que lo comprende casi todo, las fechorías de los maleantes y la sensibilidad de quienes podrían cruzar la frontera entre lo legal y lo ilegal y, luego, otra, que no está para demasiadas bromas y que se niega a contemporizar. El alma maximalista declaró inocente al empresario Juan Francisco Rosa en el caso de la bodega Stratvs, condenando en cambio a todos los políticos intervinientes, y la otra, la representada por el presidente Antonio Doreste, interpreta que no siempre debe aplicarse el código penal en sentido estricto, no siempre lo que parece verdad es lo verdadero.
Una de esas almas decidió que Alba podía continuar su carrera de juez pese a ser investigado por la jueza Margarita Varona, miembro del TSJC. No se presumió incompatibilidad alguna aunque rechinara en la conciencia de los ajusticiados la simbología de un hombre que se prepara para impartir justicia existiendo dudas razonables sobre su comportamiento en un asunto bastante claro en atención a la grabación efectuada por el empresario Miguel Ángel Ramírez.
Después de que el citado TSJC verificara y comprobara que la grabación era legal y, por lo tanto, constituía una prueba de peso, la principal, no había demasiado que dudar sobre el comportamiento de Alba.
Era evidente que Alba llegó al juzgado de Instrucción número 8 de Las Palmas de Gran Canaria, sustituyendo a la jueza Victoria Rosell, con el objeto de levantarle las alfombras a una enemiga declarada de José Manuel Soria, por entonces ministro, con un poder extraordinario, y candidato por el PP en las elecciones de 2015, presentándose a los mismos comicios que Rosell, la cual encabezaba la lista de Podemos. Alba fue colocado en el juzgado por el poder de Soria, y la connivencia de diversos actores judiciales que dejaron hacer y miraron para otro lado, en una demostración palpable de supeditación de lo judicial a lo político.
Y fue colocado allí con una misión precisa: reventar el crédito de Rosell hasta obligarla a abandonar la política, apoyándose en la Fiscalía ostentada por Guillermo García Panasco, que actuó de una forma parcial y miserable, contraria a derecho, según sentencia del Supremo que obra en su contra.
Asistimos a una persecución a toda regla, donde Alba eligió la causa iniciada por la Hacienda Pública y la Seguridad Social contra el empresario Miguel Ángel Ramírez, para dar a entender un trato de favor de la jueza al empresario que nunca pudo demostrarse a tenor de los hechos. En honor a la verdad Rosell poco o nada hizo para beneficiar al empresario. Ramírez entró con una imputación y, posteriormente, le colgó otras dos.
Lo que sí hizo Alba -con el advenimiento de Soria, seguramente- fue masacrar a Ramírez. Le impuso un aval de 35 millones de euros y todo tipo de condiciones draconianas para chantajearlo y predisponerlo a denunciar actuaciones irregulares del compañero sentimental de Rosell, Carlos Sosa, que había cerrado con Ramírez distintos contratos de colaboración, el último de ellos la venta de una frecuencia de radio a nombre de CanariasAhora.
Todos los ‘pecados’ figuran en la grabación de Ramírez
Es en ese momento, cuando Ramírez, con el crédito perdido en los bancos, que, a partir de ahí, se negaron a adelantarle dinero predeterminado el cierre futuro de sus empresas, pide la entrevista que esperaba Alba con el ánimo de resolver el aval que tanto le asfixiaba financieramente. La entrevista se realizó en un despacho de la Sección VI de la Audiencia Provincia, con el juez Emilio Moya por allí merodeando, con Ramírez entrando por los aparcamientos, y con Ramírez con la grabadora escondida en unas aparentes llaves de su coche que, con toda tranquilidad, colocó sobre la mesa de Alba.
En esa grabación está todo lo descubierto por la jueza Varona. La evidencia de que Alba está recibiendo instrucciones políticas, la colaboración de la Fiscalía, la sensación de que el acusado había sido tentado por el deseo de progresar en la carrera judicial, la falsedad de su conducta, y la revelación de secretos de cuestiones que debieran estar en el ámbito privado. La instructora sólo tenía que seguir las huellas marcadas en esa entrevista pornográfica para llegar a conclusiones como las que ha llegado.
Después de lo de ayer la magistrada Varona ha ordenado la remisión del auto al Consejo General del Poder Judicial “a los efectos que procedan”; es decir. Varona pide en chino que Alba sea apartado de la Justicia hasta el momento del juicio.
¿Salvará el PP a Alba?
No crean ustedes que todo está dicho en este caso. Alba ha demostrado que tiene entereza, coraje y buenos amigos. Desaparecido Soria del escenario quien no ha desaparecido es el PP. Es obvio que el PP central le está agradecido y por eso lo colocó para presidir la sala que enjuicia el caso Faycán. El CGPJ es un órgano extraordinariamente político con mayoría conservadora. ¿Lo volverán a proteger? Cosas más increíbles hemos visto. Estamos ante el ocaso de Alba, indudablemente. Pero no sabemos cuánto durará el proceso de su liquidación, ni cómo será su defunción, ni cuando perderá su posición protagónica
El PP sacó al fiscal jefe de Las Palmas, Guillermo García Panasco, cuando se demostró que había actuado bajo instrucciones políticas. Lo envió a Madrid y ahí sigue, protegiéndose de la tempestad bajo el paraguas de los que lo metieron en el lío. Es de suponer que con Alba, que hasta ahora ha gozado de privilegios colosales, prepararán una operación de salvación que igual nos deja con la boca abierta.
Le tienen miedo, no olvidemos; graba a sus propios compañeros sin pudor alguno y creo que es un cantante excepcional, sin problema ni moral para contar lo cierto y lo incierto caiga quien caiga. Alba, con cuatro delitos imputados, al borde de juicio, es una bomba de relojería.