Francisco J. Chavanel
1.-CC y su dependencia de Madrid
Antes de morirse, Fernando Sagaseta señaló en una entrevista que no deseaba pasar al otro mundo sin conocer el cerebro de José Carlos Mauricio. Sagaseta pretendía saber lo que anidaba en el seso del que había sido líder del Partido Comunista en los 70 y 80, el cual, en su asombrosa evolución, había traicionado todos y cada uno de los principios del partido de izquierdas hasta aterrizar en un líder nacionalista -lo contrario al internacionalismo comunista-, representando intereses de la burguesía canaria.
Puede que Fernando Clavijo pida cualquier día de estos lo mismo referente a Asier Antona, un líder de derechas que se ha manejado con el mayor radicalismo de izquierdas para liquidar el que fuera invento de Mauricio, Olarte y Hermoso. Probablemente en los dos encuentren los doctores vestigios de maltrato en la adolescencia, un deseo innato por destacar y buscar con furia la gloria de los héroes, seguramente la predestinación propia de los seres intocables, narcisistas, artistas de lo público.
Aunque ahora sea muy fácil mirar hacia atrás y diagnosticar, cuando todo ha pasado, cuando ya estamos en fechas en las que Ángel Víctor Torres acaba de ser proclamado presidente de Canarias, un socialista después de 26 años de regionalismo enmascarado de nacionalismo, lo que ha sucedido para que este milagro se haya producido, lo cierto es que nuestra obligación es hacerlo si queremos saber lo que realmente ha pasado. No podemos contar las cosas sin más, sin hilación alguna, como si fueran piezas separadas, como si lo que sucediera ayer no tuviera nada que ver con lo de hoy. Todo tiene un motivo y un porqué y es preferible andar sobre lo andado que olvidar premeditamente, por vaguería y por defecto profesional, pasar página como si lo trascendido fuese normal y habitual.
Durante 28 años, Coalición Canaria ha dependido de una fuerza superior que no le ataba directamente a las Islas. Todo lo que iba ocurriendo, todos los problemas que se le presentaban de falta de sintonía con los líderes de los principales partidos nacionales –PSOE y PP esencialmente- se resolvían en Madrid, ninguno relevante en el ámbito de las Islas. Así, legislatura a legislatura, todos los políticos que representaban a estos partidos fueron tratados de intermediarios, de medianeros, con un tufillo a desprecio que echaba para atrás. De ese trato vejatorio y humillante no se ha salvado nadie: ni Bravo, ni Soria, ni Juan Carlos Alemán, ni José Miguel Pérez, ni López Aguilar. Todos, a excepción de este último, de una forma u otra, colaboraron más allá de lo que la dignidad exigiría para reforzar el papel protagónico de CC.
Soria lo combatió al principio e, incluso, intrigó para que saliera adelante una moción de censura contra Román Rodríguez en el año 2000 (cuando Rodríguez era la esperanza blanca de CC). Todo estaba cerrado entre Javier Sánchez Simón (PP) y José Alcaraz (PSOE) hasta que Mauricio y Bravo se dieron cuenta de la jugada y se la chivaron a un entonces joven Mariano Rajoy. Madrid mandó a parar.
El siguiente movimiento de Soria fue someterse con todo respeto a los planteamientos de Mauricio, un líder singular en la capital que, con el apoyo de tres o cuatro parlamentarios nacionalistas, que resultaron vitales para el primer gobierno de Aznar, forjó una leyenda de misterio, influencia e inteligencia que tenía conexión directa, compartiendo amistad y todo tipo de secretos, con el ministro de Economía y Hacienda, Rodrigo Rato. Soria comprobó que su carrera política terminaría en el barranco y se rindió. Le fue mal al Partido Popular en Canarias y, sin embargo, estupendamente para él. Descubrió un mundo de negocios y de oportunidades, hasta ese momento, desconocido para él.
2- Nadie se ajustó mejor a los deseos del ‘nacionalismo’ que José Miguel Pérez
Pero, sin duda el líder centralista, que mejor se adecuó a la circunstancia nacionalista fue José Miguel Pérez. Se entregó sin el menor pudor a los brazos de Paulino Rivero. Fue su continuación. Todo lo que le pedía Paulino se lo daba al instante. Pérez estaba orgulloso de ser el vicepresidente de Canarias y de cumplir con el mandato histórico de ser el número complementario de CC. Llegó tan lejos su sumisión, su deseo de agradar a Paulino, que no tuvo problema alguno en abrir expedientes, fundar gestoras, crujir a sus propios compañeros, por el simple hecho de responder al poder omnímodo de Coalición Canaria con la mínima rebeldía de los que sufren el castigo de la vejación a diario.
Formó gestora en Tenerife, La Palma, El Hierro y La Gomera. Desterró a Casimiro Curbelo en uno de los errores fatales del socialismo de los últimos tiempos. Abrió expedientes a Santiago Pérez, Anselmo Pestana y Alpidio Armas. Todo aquello que le demandaba CC -o, mejor dicho, la vieja ATI (porque eso sí era la vieja ATI)-, preocupada y obsesionada con mantener su poder en la provincia occidental, era atendido sobre la marcha. Pérez dejó al socialismo destrozado, dividido y tan maltrecho que todavía hoy no se ha recuperado. De hecho, hay tantos partidos socialistas como islas y hay veces que hay tres o cuatro rostros socialistas en una sola isla.
La subida al poder de Ángel Víctor Torres solo puede ser entendida -además del “factor Sánchez”: el presidente puso toda la carne en el asador en la eliminación de Clavijo- por la capacidad del líder de Arucas para absorber las críticas de sus compañeros en las diferentes islas y hacerles creer que todo puede ser arreglado con buenos modos y buena voluntad. Esas simples palabras -buenos modos y buena voluntad-, compromiso de no actuar contra nadie sin antes escuchar, han funcionado como un lenitivo casi sanador en un partido con muchas cuentas pendientes.
Cuando quiera CC puede hacer autocrítica y preguntarse dónde se rompió el lazo que le unía a Pedro Sánchez. Tal vez, ese maldito día en que Rajoy decidió inmolarse tras conocer la sentencia del caso Gürtel fue el principio y el final. El final del concepto “medianero” y la entrada en juego de una generación a la que Canarias, y lo que representaba la altanería de CC, le importaba un pimiento. Sánchez no le perdonó jamás a Clavijo que le acusara de llevarse el dinero de carreteras de las Islas a Cataluña y, cuando vio que su actitud no cambiaba, dio órdenes directas para abrasarlo. Utilizando la Fiscalía Anticorrupción y la capacidad de intimidación del ministro Ábalos sobre Casimiro Curbelo (alguien debiera explicarnos en algún momento si en la mañana decisiva del 20 de junio, antes de la llamada de Antona para boicotear a su compañera Australia Navarro, la comunicación de Ábalos ese día con Curbelo llevaba la amenaza de utilizar, también contra él, la “magia” de la Fiscalía Anticorrupción).
Esta parte debieran contarla también aquellos que presumen de vencer después de perder; de situarse en todas las mesas de negociación que se montaron para construir un pacto de derechas o de izquierdas; los que, después de haber llamado en privado a Antona para felicitarle por su “heroísmo”, no le dedican unas palabras sentidas, llenas de amor y cariño, a quien traicionó a los suyos para entregarle un poder a esa izquierda cuando lo tenía completamente perdido. Pero eso, claro, no sería presentable ante su parroquia en quienes se llaman a sí mismos de “izquierdas”, “salvadores del mundo”, “profetas por un mundo más justo”. No estaría bien una frase de agradecimiento en público a Antona, cuando ha sido él, fundamentalmente, el que ha cambiado la historia. Suyo es el logro, suya es la gloria, suyos son los aplausos y suyo es el mérito del medianero que no quiso serlo. Esto es así: el “héroe” que fulminó 28 años de poder de CC, el que conquistó una suerte de arcadia feliz para una izquierda que tocaba mambo en la “Orquesta Fin de Ciclo” es un tipo de derechas, conservador, alguien a quien fumigar por su “visión esclerótica” del mundo. Por mucha vergüenza que le entre a la izquierda y a ese insularismo rancio de NC que lo mismo le da la ideología que la rumba catalana, así son las cosas.
Aparte de ello: el cabreo de Sánchez con Clavijo. Buenos amigos hasta que todo se rompió al tensar demasiado la cuerda la reivindicación isleña. Por vez primera en 26 años, el Partido Socialista en Madrid quebró sus vínculos con Canarias. Fue una decisión histórica a la que nadie quiso hacerle el menor caso en la organización nacionalista. Aquí están las consecuencias.
Con Antona, pasó lo mismo. Cualquiera que haya pasado cinco minutos con Antona sabe que lleva tatuado en el brazo la frase: “Nacido para liquidar a CC”. Sin Rajoy, el PP se ha transformado en una feria de niños pijos jugando a la política sin tener demasiada idea de lo que son y de dónde están. Han pasado de Antona y de sus traiciones porque sencillamente están ocupados en otras supervivencias. Canarias es una fuga de agua que, dentro del panorama nacional, de derrotas implacables en Euskadi y en Cataluña, no significa gran cosa. Cada vez que CC llamaba a Madrid para resolver el “factor Antona”, al otro lado del teléfono había gente poca concentrada, con la cabeza en otro sitio, amigos comprensivos de Antona al que no creían capaz de protagonizar mal alguno. Nunca le dieron importancia y esa cuestión, la falta de importancia, es vital cuando hablamos de un atentado terrorista, de una bomba lapa debajo de tu coche, de un avión que destroza tu torre gemela.
3.- ¿Y si, de repente, desapareciesen?
Así fue cómo los medianeros se pusieron de acuerdo y fueron dejando sola a CC. Daba igual que Clavijo fuera inocente del caso Grúas, o un dirigente que había hecho las cosas de forma notable en el apartado económico. La suerte estaba echada. En el momento en que Madrid diese permiso a los medianeros para pegarle un puntapié a quien se había comportado como sargento de la plantación durante casi seis lustros, todo el montaje se vendría abajo.
Sorprendentemente, ocurrió cuando CC consiguió sus mejores resultados electorales desde que se rompió en Gran Canaria con Nueva Canarias. Le sucedió exactamente igual que al PSOE y al PP cuando ganaron Juan Fernando López Aguilar y Soria. Un pacto entre los perdedores quitaba del poder al vencedor. Aquí, con muchos más partidos por medio, el pacto que sumaba era el de la derecha: siempre tuvo más opciones que el de la izquierda. Pero lo que no estaba previsto era que fuera volado desde la propia derecha. A esa derecha no le importó trabajar para Ángel Víctor Torres.
Estaban tan hartos como los socialistas de ser tratados como quincalla inservible. Ese lugar al que tantas veces acudió en peregrinación CC para resolver sus problemas en las Islas le falló en esta ocasión. Madrid ya no estaba en el mismo sitio. La capital, enredada en el problema catalán, no tuvo un solo instante para pensar en Canarias como problema. CC no era ningún problema. Que existiera o no, que triunfase o se fuese al vacío, a nadie le interesaba realmente en Madrid. El que llamaran a cada rato para tirarte de la ropa, más les fastidiaba. Hubo un instante en que todos, PSOE y PP, pensaron lo mismo: ¿qué ganamos y qué perdemos con CC gobernando ese Archipiélago a 2.000 kilómetros? ¿Y si, de repente, desapareciesen?
Antona desobedeció a su partido evitando la posibilidad de que un miembro del PP -en este caso, Australia Navarro- presidiera Canarias. Suponemos que tal deslealtad no tendrá un pase pero, en cualquier caso, el PP es una camisa llena de agujeros. Carece de autoridad y de presencia. Haga lo que haga, raramente su electorado le perdonará esas ansias suyas por dispararse un tiro a la cabeza.
Y en cuanto a CC, necesita un relaciones públicas urgente. Alguien que construya puentes. Siendo necesario lo que representa si no aprende ahora a tratar a sus adversarios con un mínimo de respeto, no puenteándolos precisamente con sus jefes en Madrid. Si no aprende la lección, tendrá una rehabilitación larga y dura, por mucho que todos sepamos que el gobierno que preside Ángel Víctor Torres tiene fisuras concretas, contradicciones preocupantes, socios que más que socios parecen navajeros nocturnos.
Muchos de los éxitos de CC se fraguaron con su relación simbiótica con Madrid. El fracaso vino cuando Madrid no oyó. Sería bueno que se preguntaran por qué. En qué fallaron para no ser escuchados.
4.-NC Y CC, las dos caras de un mismo comportamiento absolutista
Los que se sienten vencedores, NC, especialmente, a los que todos vimos sudar de frío durante la noche electoral, a los que hemos contemplado con la rabia pintada en la cara el día que perdieron Telde y Santa Lucía, los que se aprovecharon del cable de Clavijo para ser sentados en el mediodía del 14 de junio en la misma mesa que iba a parir un presidente llamado Asier Antona, esos viejos líderes crepusculares protagonistas de una película del Oeste firmada por Sam Peckinpah, donde la furia, las amenazas, los odios, la violencia extrema se desatan cada vez que se asoman al precipicio y al adiós, debieran de tomar nota de lo ocurrido. Les ha faltado el canto de un duro.
La vieja Nueva Canarias practica el mismo repertorio de narcisistas maltratados que CC y así se ha quedado sola en Santa Lucía, en Telde y en el Cabildo de Gran Canaria. Nadie les puede ver. Son insultantes, provocadores, taimados, intrigantes, deshumanizados. Puede que la raíz sea la misma: procediendo unos de la burguesía y otros, del pozo social y del olvido -amos y siervos-, los siervos se transforman en amos y, al mutar, causan el mismo terror que les causaron a ellos aplicando idéntico código de grupo salvaje. Y los amos, por supuesto, no entienden otro lenguaje que el de la superioridad física y moral sobre todos los demás cuando crees que trabajan para ti.