Francisco J. Chavanel
1.- El chantaje de NC, como arma de sumisión del aliado
Entramos en la semana en la que Ángel Víctor Torres será proclamado presidente de Canarias con el apoyo de Nueva Canarias, Podemos y Agrupación Socialista Gomera.
El reparto de áreas, sobre todo en lo concerniente a la vieja Nueva Canarias, no ha satisfecho a casi nadie: ni a militantes socialistas -pese a que hayan aprobado el pacto de gobierno en un 95%; están de acuerdo con volver a presidir el Ejecutivo, no con los detalles de la operación-, ni a la ciudadanía en general, ni a empresarios, ni a la propia izquierda. Todos lo interpretan igual: Torres ha sido muy generoso con Román por el deseo de calmar a la fiera y ahorrarse continuas maquinaciones para echarlo de la Presidencia. Es un gesto de debilidad.
No está claro que se ahorre la secuencia de intrigas a la que es tan aficionado el “vicepresidente” Rodríguez. Todas las declaraciones de líderes de la vieja Nueva Canarias, especialmente las formuladas por Carmelo Ramírez y Luis Campos, no corresponden a personas agradecidas con el PSOE. Ni Ramírez ni Campos hablan de que tienen únicamente 5 parlamentarios; dicen que son 12 si se suman los de Casimiro Curbelo y los de Podemos. Esto es: NC representa un poder de 12 parlamentarios frente a otro poder, el socialista, de 25. Si ahondamos un poco en este planteamiento, nos encontramos con lo siguiente: el entendimiento entre Román Rodríguez y Casimiro Curbelo es mayor que el que tienen Curbelo y Torres y, evidentemente, Noemí Santana parece en muchos momentos un apéndice de Román. Conclusión: lo que tenemos por delante no es un gobierno equilibrado ni que dé tranquilidad a la comunidad. Nadie sabe cuánto puede durar. Sus diferencias son tan llamativas que cualquier colisión seria puede llevárselo por delante. Y esto lo saben perfectamente sus principales protagonistas.
El PSOE precisa de contrapoderes tanto dentro del Gobierno, como en el grupo parlamentario, como en instituciones externas. Nada de lo que dice Carmelo Ramírez suena a pacífico. Amenaza y no para de amenazar a los socialistas con arrebatarles el gobierno autonómico si no les resuelve el sudoku del Cabildo de Gran Canaria. Parece increíble pero Ramírez usa un lenguaje bélico, de confrontación, casi histérico, en su deseo de demoler al PSOE en el Cabildo. Quiere su rendición total, su sumisión absoluta. Da igual que tengan los mismos consejeros NC que el PSOE. Para Ramírez y para Morales, la “afrenta” de Santa Lucía de Tirajana hay que pagarla en el Cabildo humillándose, dejándose arrastrar por una banda de mafiosos que hacen de la política un acto permanente de degradación humana del adversario, al que toman siempre como un enemigo personal.
2.- Mantener a Ibarra en el Cabildo de Gran Canaria es un mensaje de no sumisión frente a las continuas amenazas de NC
De repente, el inusitado desequilibrio del Gobierno a favor de NC y los otros 7 precisa de un equilibrio socialista en el Cabildo de Gran Canaria. Lo necesita como agua de mayo. Si el PSOE pierde la amenaza de colocar a Luis Ibarra de presidente en detrimento de NC, a través de una moción de censura apoyada por PP y CC, tendrá perdida también la iniciativa del Gobierno de Canarias. Se convertirá en un rehén de doce parlamentarios que juegan un partido distinto. Torres será un prisionero en manos de los derrotados de las elecciones. Un señor con 6.000 votos y otro con 65.000 se impondrán a un tercero con casi 250.000 votos.
Luis Ibarra no puede irse del Cabildo para contentar a tamaños especialistas de la coacción. No puede irse aunque Ibarra desee hacerlo. No puede ser en estos momentos el presidente de la Autoridad Portuaria, aunque todos sabemos lo mucho que lo necesita el Puerto. En el instante en que Ibarra abandone -bien porque se lo pida Torres, o bien porque esté harto de aguantar a gente innoble como Ramírez y Morales-, el mensaje que se envía a los militantes socialistas, a los 90.000 votantes de Ibarra, es de desmoralización, de una desmoralización profunda y abisal de la que será muy difícil recuperarse.
La vieja Nueva Canarias tiene que saber que esa plaza la tienen perdida, que Antonio Morales solo tiene diez consejeros con él –los 8 de NC y los dos de Podemos- y que todos los demás quieren echarlo. Y esa es la ley de la democracia. 19 son muchos más que diez; por lo tanto: ¿qué negocio hace el socialismo siendo abofeteado permanentemente, llegando a límites de maltrato, atendiendo a los chantajes de un viejo gulag?
El Cabildo de Gran Canaria es ahora mismo su tabla de salvación frente al narcisismo y el terrorismo que aplica la vieja Nueva Canarias en sus acciones.
3.- El PSOE debe ser agresivo ante un rival que quiere ganar las elecciones después de perderlas
Torres debe fortalecerse en el gobierno, en cargos determinantes, si no quiere ser pasto de los buitres. Debe fortalecerse en todas las áreas y replantearse limitaciones para Román Rodríguez en aquellos escenarios que puedan perjudicarle; debe abrir un espacio para entenderse con los partidos de la oposición cada vez que algo se atore, o cada vez que una amenaza le sobrevuele; todos deben saber que el único importante de ese gobierno es aquel que tiene la potestad de firmar en el Boletín Oficial de la Comunidad, o aquel que tiene el rango suficiente para suprimir la temporada legislativa y adelantar las elecciones.
Y, por último, debe mantener la llama viva de una posible moción de censura en el Cabildo de Gran Canaria. Bajo mi punto de vista: debe ejecutarla ahora o después del verano. Para mí ese es el mensaje que debe prevalecer. Y a partir de ahí que decida Román Rodríguez si quiere abandonar el gobierno, y precipitar en el vacío su Vicepresidencia y su consejería de Planificación y Hacienda, con competencias trasversales e interventoras, o bien transformarse en el único poder real de la vieja Nueva Canarias, con Ramírez y Morales en la calle y sin llavín.
La política en Canarias es para corazones fuertes. Es difícil que una personalidad como Torres llegue a lo que yo planteo. Para mí la opción de un gobierno alternativo basado en la refundación del nacionalismo y con el PP completando la ecuación ya no es una opción. Lo evitan demasiadas cuestiones en contra: a) el PP tiene que resolver su crisis interna de liderazgo, y eso lleva tiempo; b) la desconfianza entre la vieja NC y CC ha aumentado extraordinariamente después de las acusaciones de traición por parte de Mario Cabrera; c) el PSOE tiene su propia capacidad de maniobra para sustituir a Román en el supuesto muy hipotético de que decida suicidarse políticamente. Si Pedro Martín alcanzase la presidencia del Cabildo de Tenerife en próximas fechas, la tendría toda.
Rendir la plaza del Cabildo de Gran Canaria por parte del PSOE a Nueva Canarias sería el error del siglo. Comida para que los caimanes te traguen en bocaditos cortos y con un dolor implacable adueñándose de tus órganos vitales. El PSOE debe encontrar la manera de que Luis Ibarra aguante en posición de rebeldía los meses que necesita para consolidar su poder autonómico. Y, en general, debe ser agresivo ante un rival al que derrotó claramente en las pasadas elecciones. Ceder más no es un plan ganador.