Francisco J. Chavanel
La crisis catalana ha sepultado la denominada agenda canaria. Eso, para que nos demos cuenta de lo que es una nación asimétrica, unas autonomías de primera, segunda, y tercera categoría, y para que veamos que cosas que ahora defienden Podemos y Nueva Canarias para España y para el Archipiélago nada o poco tienen que ver con la realidad.
Lo decimos porque en estos últimos días, tanto los unos como los otros, en el Parlamento de Canarias, han defendido un estado de autonomías asimétricas, como eso no fuera lo que ya está sucediendo ahora. Lo que realmente piden Román Rodríguez y Noemí Santana desde su posibilismo es un estado de gracia para Cataluña, un estado que les permita desplazar su victimismo hasta otros años posteriores, un estado sobre el progreso y la evolución del resto de las autonomías nacionales. Esta izquierda vuelve a demostrar lo de siempre: es fantástico disparar y repartir con el dinero público que no es el de ellos. Y, lo más grave, sin preocuparse lo más mínimo de Canarias, que se supone que es lo que deben defender. Cualquier acuerdo que pase por resolver la cuestión catalana significa más dinero para esa autonomía y menos para las demás. Eso lo sabe hasta un tonto. Algunos que se dedican a resolver problemas nacionales desde las Islas bien harían bien en resolver primero los problemas de su propia casa. O en tener un mínimo de conocimientos matemáticos.
Por ejemplo: Román Rodríguez. ¿A qué electorado suyo se dirige cuando en el Cabildo de Gran Canaria, ayer, no ondeó la bandera de España siendo precisamente el día de España? ¿A qué electorado se dirige cuando en el día de la fundación del Frente Polisario Nueva Canarias coloca todos los años en el Cabildo la bandera de un supuesto Sahara independiente y, sin embargo, no hace lo mismo con la bandera española cuando le toca su momento, cuando vivimos en una autonomía española, y cuando las leyes sobre las que montamos nuestra convivencia proceden de pactos entre fuerzas políticas españolas, cuando, sobre todo, se está dilucidando una cuestión capital con la separación de Cataluña?
¿Qué significa para Nueva Canarias lo que somos? ¿Somos más saharauis que españoles, más palestinos que españoles, tan odiables como los judíos y los marroquíes, somos, por encima de todas las cosas, gente que no merece la menor oportunidad porque España conquistó América y en América están todos los amigos de Nueva Canarias, empezando por Venezuela, siguiendo por Cuba y terminando por los sandinistas de Nicaragua? Ayer a Nueva Canarias sólo le faltó enarbolar la bandera de Cataluña en el Cabildo para dejar bien claro que están a favor de un nuevo nacionalismo de ricos y para no olvidar que en sus comienzos se reunieron con Chaves, con Herri Batasuna, y con todos los movimientos secesionistas que había en este país.
La cabra siempre tira el monte. Eso sí: son cabras a las que nadie dispara. Se contrata a francotiradores venidos de la Península cuando las cabras son de otros.
Seguramente a muchos esto les parecerá raro. Y lo entendemos. Nueva Canarias es en sí misma un gran teatro lleno de grandes actores. Nunca te dicen la verdad ni al principio ni a la mitad. Cuando te la clavan te enteras de qué va la película. Y ayer, día de España, y lo decimos los que no pecamos precisamente de patriotismo, la bandera de este país no estuvo en el Cabildo de Gran Canaria. No estuvo. No estuvo cuando debía de estar. Cataluña está reclamando una secesión sobre bases falsas. Engañando a su electorado y cometiendo ilegalidades permanentemente. La ausencia de la bandera española en el Cabildo retrata a los dirigentes de Nueva Canarias, los coloca en la misma cuadrícula que Podemos, un partido muy amigo de todo lo que sea cargarse el sistema y que luego, ambivalentemente, reclama tener la confianza del Estado.
Nueva Canarias tiene la “confianza” de todos los insurrectos, entre los que incluimos al Sebadal, a Videoreport, y el ansia de ganar un concurso con métodos mafiosos. Para eso sí están: para echarle una mano a una empresa privada que no pasa un día sin chantajear los intereses públicos. A estas alturas del campeonato hay que plantearse si Nueva Canarias va acabar siendo un partido antisistema.
A partir de aquí todo lo que pueda decir este partido en relación con la agenda canaria, con las preocupaciones de los canarios en torno a su encaje en la Constitución suenan ridículas y a tomadura de pelo. Los problemas continúan y se agitan. Y no son problemas cualquiera en una autonomía pobre, dependiente y degradada.
Cuando parecía que levantábamos cabeza la crisis catalana nos está perjudicando notablemente. De eso parece que nadie quiere hablar en este Archipiélago.
De momento son 150 millones de euros los que perdemos al no poder materializarse acuerdos en infraestructuras, en obra pública, en inversiones sobre todo. Es un palo. Afecta a nuestro sistema educativo, a la sanidad, a los servicios básicos… Tampoco sabemos qué ocurrirá con los próximos presupuestos, si habrá elecciones adelantadas o no. Si las hay todos los acuerdos quedan en papel mojado. No habrá una entrada de 1.300 millones de euros en los próximos tres años. Habrá que empezar desde el principio con la Administración que gane. El daño a la población es espectacular.
Podremos quejarnos de esto y de lo otro, pero lo cierto es que desde 2008 esta autonomía está sufriendo unos daños extraordinadios. Fue la crisis y la corrupción la que levantó a Cataluña contra el Gobierno de España. Nosotros, que somos un pueblo pobre, pacífico y espartano, lloramos en silencio y callamos, mientras la gente lo pasa como puede, haciendo sacrificios extraordinarios, sacándole un brillo colosal al poco dinero que gana. En este sentido somos unos ciudadanos ejemplares.
Nuestros políticos, en cambio, son los que debieran hablar. Quejarse amargamente de este parón, quejarse de lo que supone para la población lo que ocurre en Cataluña, quejarse de que siempre surjan acontecimientos en este país que siempre estén por encima de los intereses del Archipiélago.
Pero no hay quejas políticas. Hay silencio y mucha estupidez. Incluso partidos que pretenden resolver la cuestión catalana como lo citado de NC y del increíble hombre menguante que es Román Rodríguez.
Ha de ser que lo de la televisión no le deja vivir. Ha de ser que lo de cargarse a Santiago Negrín al frente de la Televisión autonómica no le permite regir sensatamente. Debe ser que las llamadas incesantes del aparente dueño de Videoreport no le dejan dormir…
El viernes estuvo a punto de darle una alegría. Parecía que el líder del PP en Canarias, Asier Antona, volvía al monte. Lo que sucedió realmente es que Luz Reverón, que lleva la voz cantante en este asunto, es una amiga muy personal de Lucas Fernández, el dueño de Diario de Avisos. Y a veces lo personal y lo colectivo se confunde. Antona no cayó en la trampa un tanto escaldado de acontecimientos pretéritos. Y las cosas siguen igual. O sea, sin que Román le haga el favor pretendido a la empresa privada que quiere llevarse el concurso de la televisión por la vía de la extorsión. Es eso y no otra cosa lo que une a Paulino Rivero, Román y Canarias7. A partir de ahí que vuele la imaginación. Mientras, a Canarias que le den.