Francisco J. Chavanel
Ayer, Julio Cuenca, historiador, arqueólogo, el descubridor de Risco Caído y su principal defensor ante el mundo para que la Unesco lo nombrara Patrimonio de la Humanidad, le sacó la careta a Antonio Morales, presidente del Cabildo de Gran Canaria. Lo hizo un hombre con un prestigio indiscutible, un votante de izquierdas, un ecologista, un leal compañero de Morales hasta hace casi un año, hasta que Cuenca defendió ante el siniestro personaje su posición discrepante en el asunto Chira-Soria.
A partir de ese instante, Morales lo persiguió y lo aburrió. Lo bloqueó hasta el punto de que dio órdenes de que las distintas consejerías lo invisibilizaran, negándole cualquier tipo de trabajo de asesoramiento o cualquier tipo de existencia laboral. Lo último fue intentar defender el premio Canarias para los funcionarios que estuvieron a las órdenes de Cuenca en la consecución del hito Risco Caído. El premio para los que cobran un sueldo por seguir instrucciones; el premio denegado para quien pone el cerebro, el descubrimiento y las motivaciones históricas. La jugada, ya saben ustedes, no salió bien. Marco Aurelio Pérez, portavoz del PP, en un gesto que le enaltece, pidió a través de una enmienda que la candidatura fuera para Cuenca y su equipo… y, entonces, pasó lo inesperado: el grupo mayoritario del Cabildo se dividió ante lo que era una evidente injusticia y dejó a Morales y a los suyos solos y retratados.
Y este es el retrato. Lo que la izquierda ha defendido como su líder, su referente ecológico, el ser que concentraba en sí todas las cualidades de justicia, solidaridad, empatía con los demás, dique contra los poderosos, el hombre que no cedería jamás ante las contradicciones del sistema, es un ser hueco y vacío, al que solo le importa tejer una red de mercadería a su torno, comprando voluntades como nunca antes se había visto en la isla, transformando el Cabildo en un almacén de colocación de amigos y de afiliados, un ecologista de pacotilla que se pone de acuerdo con Red Eléctrica para encabezar el proyecto más depredador que “su ecoísla” ha visto en mucho tiempo.
Cuenca denunció ayer que el proyecto de REE, secundado por Morales, no garantiza la pervivencia de las presas, no garantiza que la pila funcione mejor que el hidrógeno o una batería, que el plan está obsoleto, que destruye todo el barranco de Arguineguín, y que los beneficios para la empresa peninsular serán de 5.000 millones en una concesión que terminará en 50 años.
Todo lo que denunció Cuenca, que evidentemente tiene un pensamiento que en poco concuerda con el mío, coincide con todas las denuncias que ha efectuado EL ESPEJO CANARIO desde el minuto uno. Lo más asombroso es cómo Morales ha abrazado con el paso del tiempo este modelo de depredación del territorio para una supuesta “ecoísla” que, efectivamente, va a dejar un eco a especulación y comisiones obreras que difícilmente se quitará de la memoria de sus votantes.
Los que escribieron el manifiesto contra Morales el domingo, publicado en el periódico La Provincia, son sus votantes… Son sus votantes que al fin despiertan y le ven su auténtica cara a este jeta pagado de sí mismo, un paleto que todavía no ha pisado Las Canteras porque le sigue teniendo miedo a la capital, que persigue a todo aquel que le contradiga, y que no tiene otra misión en la vida que vivir del cuento… Hace tiempo que discuto la moralidad de Morales. Se la discuto por el caso Amurga, por la cantidad de sentencias judiciales que no cumple, por el uso que hace del dinero público regalándoselo a camaradas y conmilitones, por la compra de voluntades y de medios de comunicación para que le hagan propaganda… Pertenece a otro tiempo y a otro mundo; pertenece a la Sudamérica de los años 70 y de ahí no ha salido.
Ahora hay que volver a discutirle su voluntad chanchullera. A él y a Nueva Canarias. Julio Cuenca denunció aquí ayer una operación especulativa en Chira-Soria. Habló de mucho dinero…, el dinero es una forma de justificar el porqué, de repente, un ecologista consumado como Morales, está a favor de instalar 25 torretas de 50 metros de alto a lo largo de un barranco. Esas torretas podría admitirlas yo, que no soy un nonista, pero jamás un líder ecologista. Y hasta yo estoy de acuerdo en que es una salvajada para el paisaje y, por coherencia, si se habla de una ecoísla, Morales tendría que ser esa clase de líder que saca el látigo y le obliga a REE a llevar los cables bajo tierra… Pero el ecologista no lo hace; la emprende contra los verdaderos ecologistas, les roba sus méritos, los insulta, los persigue, con tal de salirse con la suya…
Por eso queremos saber: ¿qué es lo que se esconde al final de ese proyecto? ¿Cómo se reparten los 400 millones de euros que va a invertir REE? El proyecto ni es ecológico, ni es renovable… Si no es eso, ¿qué es lo que es?
Más vale que lo expliquen porque, si no, me temo que ni siquiera Teodoro Sosa levantará este fraude soberano de la vieja Nueva Canarias a la sociedad grancanaria. No sé si se dan cuenta pero es su propio electorado el que les está pidiendo cuentas. Nosotros ya sabemos de sobra qué clase de pescados hay en ese partido; el problema es que ahora lo empiezan a saber los que con buena fe pensaron que eran el voto apropiado de la izquierda frente a la derecha. Y, ahora, resulta que los especuladores son tus amigos y están dentro. Para matarse.
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