«La corrupción según Canarias7»

Francisco J. Chavanel

1.-Las cloacas del Estado

En una entrevista publicada ayer en el periódico El País, Pablo Iglesias, candidato de Unidas Podemos, se preguntó si alguien creía que el PSOE, por sí mismo, iba limpiar las cloacas del Estado…

Hay una respuesta clara, diáfana y sencilla para la pregunta de Pablo Iglesias. No, el PSOE no limpiará las cloacas del Estado, ni tampoco dejará a Podemos, en un hipotético pacto de gobierno, que lo haga. Las cloacas del Estado ya estaban en marcha durante la última época del franquismo; fueron utilizados por Adolfo Suárez para combatir a ETA, y luego por el PSOE con el mismo fin, con los fondos reservados, con la contratación de los servicios de Amedo, Domínguez y el GAL, y para liquidar a enemigos internos y externos… Y más tarde, cuando el PP alcanzó el Gobierno, instaló sus propias cloacas sin desmantelar las socialistas. Las cloacas conservadoras fueron utilizadas para espiar movimientos independentistas en Cataluña, para fabricar numerosos dosieres falsos, para intentar dañar la imagen de Podemos, para incriminar bajo acusaciones mentirosas a la jueza Victoria Rosell, y también para desembarazarse de amigos del partido a los que convenía echar una buena palada de tierra encima.

De todos los partidos políticos que conozco aplicándose a la innoble tarea de usar las cloacas del Estado para el despreciable trabajo de amputar la credibilidad de opositores y aliados, ninguno tan dañino, cruel, y tan apoteósicamente salvaje como el Partido Socialista… En Canarias dejaron su marca, y ustedes ya saben dónde están: en las huellas de los casos Faycán, Góndola, Eólico y Unión, casos fabricados deprisa y a la ligera para que el PSOE ganase las elecciones de 2007, o para forzar la voluntad de empresarios turísticos del sur de Lanzarote que se negaban a colaborar con la financiación del partido ni con la Fundación César Manrique.

Todos los casos que he citado fueron apadrinados por Juan Fernando López Aguilar y Alfredo Rubalcaba desde Madrid, y todos presentan pruebas irrefutables de malas prácticas jurídicas: por eso, la Fiscalía tuvo que montar un zoco marroquí para comprar condenas a cambio de que los implicados no acabaran en la cárcel. En los casos Faycán, Góndola y Eólico, con cerca de 50 imputados acusados de los peores crímenes contra lo público, ninguno de los 50, ninguno, cero, pasará un solo día en prisión. Eso lo dice todo. Lo dice todo de los procedimientos empleados y del papel canalla de ciertos medios de comunicación que se cansaron de elaborar titulares que masacraron a inocentes o, al menos, a gentes a las cuales no se les respetó la presunción de inocencia.

En cuanto al caso Unión, será el Supremo quien tenga que validar la exhibición siniestra del juez Pamparacuatro y del fiscal Stampa en un asunto Frankenstein, sin pies ni cabeza.

2.- El pacto de Videoreport: 144 millones escuchan la conversación

El pasado miércoles se produjo una noticia largamente esperada por el club “Felices los cuatro” o, si ustedes lo prefieren, por el lobby “Videoreport”, o sea: aquellos que se conjuraron para regalarle a Juan Francisco García, el empresario de referencia de Videoreport y de Canarias7, la renovación del concurso de la Televisión Canaria por un valor de 144 millones de euros. Todos los que estuvieron en esa operación de acoso y derribo contra el Gobierno de Canarias y su presidente, Fernando Clavijo; todos los que intentaron crear las circunstancias favorables para que, desde lo público, se hiciera una transferencia a una empresa privada de una cantidad extraordinaria, usando para ello el chantaje y la extorsión, están aquí: Canarias7, Diario de Avisos y un digital conocido por su especialización en la difamación…, altavoz, corista y chivato de las maniobras en la oscuridad de Narciso Ortega, el jefe de la Policía Nacional enviado a Canarias por Rubalcaba en aquellos fieros días de delatores, miedo y atrocidades.

Y también están aquí Román Rodríguez, NC, y Santiago Pérez, que se presentó en Tenerife por este partido, y el presidente de la Audiencia Territorial de Tenerife, Astor Landete, el hombre que ordenó abrir el caso Grúas cuando ya había sido archivado por la jueza, el hombre que no puede ver a Coalición Canaria, que se ha juramentado en privado para echarla del poder…, y por supuesto, también pasa por aquí el oblícuo Juan Fernando López Aguilar a través de su consorte, Sandra Rodríguez, abogada de Santiago Pérez, con sus profundos conocimientos de las cloacas del Estado, exministro de Justicia, con su profunda amistad con Fernando Rodríguez Rey, el recientemente medalleado secretario técnico de la fiscal general del Estado, María José Segarra, la cabeza ejecutante de esta conspiración, con el exfiscal jefe de Canarias, Vicente Garrido, medalleado también con la San Raimundo de Peñafort el mismo día que Fernández Rey (¿dos medallas para dos artistas de las cloacas que habían cumplido con las órdenes recibidas?) en el papel de cómplice necesario. El cómplice perfecto para ocultar el informe del fiscal de la comunidad autónoma, Demetrio Pintado, que en quince folios desmontaba el caso Grúas, declaraba la inocencia de Clavijo y pedía por segunda vez el archivo de una causa que no había originado daño alguno al Ayuntamiento de La Laguna…

Durante dos años, el TSJC tuvo bajo su control el caso para tomar una decisión. Dos años vagos donde no hizo nada, sin que exista precedente alguno de un comportamiento parecido por parte de este tribunal. Dos meses en que la Fiscalía tuvo en su poder el informe Pintado, ocultándolo, mintiendo, bloqueando cualquier determinación al respecto porque de lo que se trataba era de llegar al día vivido el pasado miércoles, la foto en el juzgado a pocos días de las elecciones. Da igual que haya razón o no, ellos saben que es un caso prefabricado donde no existen datos jurídicamente sostenibles para certificar delito alguno. Lo sabe cualquiera, incluso sin estudiar Derecho.

Pero se dirigen a la gente, a la gente y al público al que ellos consideran estúpido y tonto. Un público fácilmente manejable e impresionable si se ejecuta un asesinato de imagen ruidoso, escandaloso. Una cacerolada que repita una y mil veces que en el estado de derecho no quedan derechos cuando te enfrentas a las cloacas del Estado, cuando eres el enemigo a batir y cuando varias personas, por distintos motivos, se ponen de acuerdo en una habitación para cambiar un gobierno. Eso sí que es un auténtico golpe y no lo de Cataluña.

Es esta gente, a la que se llama idiota, ignorante e inculta, la que tiene que decidir lo que es verdad o mentira en esta obra funesta. Nosotros no somos sospechosos. Adelantamos, hace muchos años, las barbaridades cometidas por Narciso Ortega y sus chivatos en los casos de supuesta corrupción de Faycán, Góndola, Eólico y Unión. Y los acontecimientos nos empiezan a dar la razón en forma de sentencias que, por ejemplo, declaran la inocencia absoluta de los exalcaldes de Telde, Paco Valido y Mari Carmen Castellano, de los pocos imputados que se negaron a pactar con la Fiscalía… A Fernando Clavijo ya lo intentaron apartar hace cuatro años con el caso Corredor, pero pasó que nosotros conocíamos perfectamente las mañas del juez Pamparacuatro… Lo denunciamos públicamente con todo lujo de detalles, sin que hubiera lugar a la duda. El que resultó apartado fue Pamparacuatro y Clavijo pudo presentarse a unas elecciones que ningún poder fáctico de Canarias quería que ganase. Fue ahí, en ese instante, cuando Juan Francisco García, Román Rodríguez y Paulino Rivero se pusieron de acuerdo, cruzaron su sangre, se comprometieron para fulminar al osado que había vencido a Rivero, poniendo en peligro un contrato multimillonario. Todo lo que ha ocurrido después ha sido aventado por ellos… Ellos han puesto las condiciones para encontrar a los amigos pertinentes que les hicieran el trabajo sucio. Aunque parezca que no, aunque parezca que en el caso Grúas no hay dinero por medio, y en realidad no lo hay, escuchan la conversación 144 millones de euros, que son los que tienen a Canarias7 a punto de venderse a Vocento, a punto de desaparecer una iniciativa empresarial nacida en los 80 para combatir los excesos de Javier Moll de Miguel y La Provincia.

Hoy el vencedor de la pelea es La Provincia. Es el único periódico que vende en las Islas -lo de Canarias7 casi ya es testimonial, a duras penas llega a los 4.000 ejemplares diarios de media-, y acaba de comprar El Día. También es el único que tiene capacidad para llegar a 1.800.000 lectores potenciales, eso le da una fortaleza temible. Los domingos vende más de 25.000 ejemplares solo en la provincia oriental.

Por si fuera poco, Javier Moll acaba de comprar el grupo Zeta, con el rotativo El periódico de Cataluña dentro de la operación. García González se ha hecho multimillonario en La Caja y en Canarias7, pero a cambio ha engañado a la sociedad grancanaria, en una labor de bucanería empresarial indigna de cualquier lealtad.

3.- García, crujido por el dolor; lazarillo durante mil días

Es terrible para mí ver día a día en lo que se ha convertido Canarias7. He estado vinculado a ese proyecto más de veinte años en diferentes etapas. Lo he sido todo allí. Desde soldado raso a capitán general. Su demolición ética causa pena y mucho dolor. Pocas veces he visto tanta locura, tanta escasez de integridad moral, tantas mentiras juntas en quien no debiera hacerlo si quiere sobrevivir en un negocio donde la verdad y lo cierto es lo único que te hace indispensable para el lector.

Durante cuatro años fui el lazarillo de un ciego llamado Juan Francisco García. Le llamo ciego porque entonces no veía. Solo sentía el crujido de su alma destrozada, la parálisis que causa el terror, la sensación de haber sido encañonado a placer en un callejón oscuro. Fue expulsado de La Caja por Mauricio; NC -sí, los mismos que ahora protege- le puso una querella criminal por haber causado un quebranto económico a La Caja de 7.000 millones de pesetas, más de 40 millones de euros al cambio actual, una cantidad brutal, nada desdeñable. En esos 7.000 millones de pesetas figuraba una deuda menor…, aparentemente. La boda de su hija. La casó en los jardines de la Marquesa de Arucas con un gasto total de 4,4 millones de pesetas. Pero el padre no pagó la boda de su hija, la pagó La Caja… ¿Fue una confusión o una demostración palpable de que García ya confundía una entidad que era de todos con algo a lo que consideraba patrimonio suyo?

Durante mil días fui su apoyo constante. El único que aguantó hasta el final. Y cuando digo único es único. Todos los demás se fueron retirando por distintos motivos, algunos de ellos vergonzantes para García. Mi lealtad no era hacia él, era hacia un periódico que para mí resultaba imprescindible. Nunca lo entendió. Normal en alguien que usaba a las personas como si fueran cosas, exactamente igual que hace ahora. ¿Saben ustedes cómo se resolvió aquel macrocaso? Devolviendo el dinero. Los 7.000 millones de pesetas. A tocateja. García presionó hasta lo indecible al empresario Ángel Luis Tadeo para que devolviera el dinero de la operación que había cerrado con García de presidente de La Caja. Tadeo no quería, pues se consideraba completamente inocente y creía a pies juntillas que aquello que se había acordado era lo correcto.

Sin embargo, García, que sabía que no habría sobreseimiento ni archivo si no se devolvía la cantidad, pues ni NC ni el comité de empresa estaban dispuestos a que se fuera de rositas, volvió loco a Tadeo para que transara. Tadeo, harto de coacciones, fiado en su enorme y generoso corazón, devolvió en cash todo el dinero… Y García también devolvió su parte: al fin pagó la boda de su hija. No solo hubo generosidad de Tadeo, hubo muchísima por parte de la Justicia. El fiscal Ernesto Vieira dio una lección de Derecho en su informe final. Pudo haber seguido acusando y manteniendo “vivo” el caso, pero no lo hizo. Salvó a un ser humano en la creencia de que hacía justicia. Lo salvó para la sociedad cuando su prestigio se estaba despeñando por decisiones que había tomado.

Y entonces, en ese instante, sí que había un daño considerable: 7.000 millones de pesetas, dinero físico y notable. No como en el caso Grúas, donde el préstamo efectuado a una empresa intervenida por el propio Ayuntamiento -120.000 euros, 20 millones de pesetas al cambio- fue devuelto dos años antes de lo convenido en un pleno del consistorio de La Laguna. En Grúas no hubo quebranto, ni daño, ni riesgo alguno, ya que los prestamistas tenían en su poder los 180.000 euros que, en concepto de fianza, había depositado la empresa al ganar el concurso municipal…

Por eso me duele tanto la deriva de Canarias7. Lo considero una enfermedad, es una codicia eterna de quien pretende borrar su pasado. Si hay un medio que no está preparado para hablar de asuntos relativos a la corrupción, es este. García no puede, ni debe robarles la inocencia, como ha hecho, a un montón de políticos y personas públicas a sabiendas de que está sirviendo a una estrategia de la que él es uno de sus cerebros. Porque, aunque fue declarado inocente de lo suyo, buscó, con todos los medios a su alcance, la manera de devolverle a La Caja de Canarias la cantidad presuntamente desaparecida en circunstancias anormales, según la denuncia, para evitar el juicio público; es decir, para evitar una sentencia; es decir, para no correr el riesgo de interpretaciones torcidas.

Actualmente me pregunto: ¿estaba seguro García de su propia inocencia? ¿Estaba realmente seguro de que quedaría demostrada su inocencia en un juicio con todas las garantías jurídicas?

¿Y quién hacía las acusaciones en la época? Pues NC, el comité de empresa de La Caja y su enemigo, Javier Moll de Miguel, que cada mañana le dedicaba a García un titular feroz, desacreditando su imagen, con la misma acritud que hace hoy García con el Presidente de Canarias, sin que el Presidente de Canarias sea acusado, por ejemplo, de pagar la boda de un familiar directo con dinero del Ayuntamiento de La Laguna.

4.- ¿Estos son los guardianes morales en el caso Grúas?

Ya sé que la gente no tiene memoria para estas cosas, pero yo sí: estaba allí… Y me he gozado no sé cuántos casos de corrupción a lo largo de mi vida profesional. Estoy cansado de conocer a corruptos inocentes y de conocer a inocentes, puros y guardianes de la moralidad, que son unos auténticos golfos… García sabe que me debe su inocencia a mí. Lo sabe, aunque no quiera acordarse. Y eso será así hasta el fin de sus días. Me la debe por mis contactos, por mis consejos, por mis influencias; por la dirección que efectué del periódico, incluso cuando no figuraba como director; me la debe porque me quedé a su lado cuando tenía más razones que nadie para marcharme; me lo debe por sus traiciones posteriores, y se lo debe a un conjunto de profesionales que nos dejamos la piel en un proyecto que valía verdaderamente la pena, aunque no su dueño.

A esa persona le quiero recordar lo siguiente. Un día, el abogado José María Palomino, entonces el letrado que llevaba la defensa de García González en el caso de La Caja, me preguntó: “Y tú, ¿con quién estás, Chava? ¿Con los buenos o con los malos?…” Me quedé sin palabras, balbuceando…, cuando escuché su historia, lo que tenía que contarme, esa historia sobre buenos y malos, abrí los ojos para siempre. Pude haber coadyuvado a quitarle la propiedad del periódico y no lo hice. ¿Me equivoqué?

Hoy puedo contestarle a Palomino: no estoy con él porque yo mismo me despedí en una carta que le envié en marzo de 2015, justamente por la porquería que pretendía hacer en la Televisión Canaria con Videoreport. Me planté ante él por tercera vez en mi vida. Y es, con seguridad, la despedida definitiva.

Hace tiempo que no divido el mundo entre buenos y malos. Si hablamos de justicia, hablaremos, por lo tanto, de inocentes y culpables. Clavijo es inocente y por eso lo defiendo. Inocente absolutamente. Y García González no debiera incriminar a inocentes con los mismos titulares que Prensa Canaria y Javier Moll de Miguel le dedicaron a él. Me repugna y lo hago constar. Hay algo muy íntimo que todavía me vincula a ese periódico. No tengo tolerancia a la insidia premeditada, ni a tráfico de informaciones que solo buscan aumentar fortunas desmedidas. Ni, desde luego, creo que un medio de comunicación respetable deba permanecer en silencio ante las intenciones evidentes de un grupo de fenicios por alterar los resultados democráticos de unas elecciones, que es en lo que están.

Le recuerdo a García que como llame él, o a través de cualquiera de sus soldaditos intermediarios, a uno solo de mis anunciantes para asustarlo y exigirle que me quite la publicidad, esta vez no va a quedar en una simple queja. Iré a los tribunales y empezaré un serial diario sobre sus andanzas en La Caja de Canarias. O sea, que él mismo.