Francisco J. Chavanel
Una vez más un grupo de peninsulares con suficientes conocimientos como para no cometer este tipo de errores proponen eliminar los cabildos en Canarias y las diputaciones en el resto de España. Pertenecen al Círculo de Empresarios de Madrid, son la grey, los líderes del mercado y, tal vez, por eso mismo pueden permitirse deslices de esta magnitud.
En Canarias nadie les ha hecho caso; no tienen la menor idea de cómo se configura la política local, a qué obedece el nacimiento de los cabildos –los pleitos entre islas-, ni a qué obedece su mantenimiento –líderes que tienen agarrada la autonomía por el totiso.
Hoy los cabildos tienen un poder razonable, en muchas áreas más poder que el Gobierno autónomo; en muchas islas con un prestigio superior al del gobierno citado. ¿Cómo quitarlos entonces si es evidente que ocasionan un doble o un triple gasto, con competencias que se repiten entre ayuntamientos, Ejecutivo y cabildos, con un derroche tal que constituye una insensatez en estos tiempos donde la gestión debe ser prioritaria a favor del rigor y de la buena gobernanza para que el dinero llegue allí donde se necesite.
En Canarias mantenemos una triple administración, con sus funcionarios triples, sus sueldos triples, sus impuestos triples. De las tres sobra una como mínimo. Podrían sobrar los cabildos y que sus competencias las tuviera el gobierno regional. Pero si lo planteáramos así seguro que 6 islas nos dirían violentamente que no y puede que el debate se gane únicamente en Gran Canaria donde el poderío del Cabildo rara vez se nota.
Pero si eso no se puede al menos podría darse un paso hacia la dirección del ahorro. Eliminar las competencias de cabildos y de gobierno que se dupliquen y pagar sólo en una ventanilla. Seguramente menos competencias para los dos, menos líos, y mayor operatividad. ¿Quién le pondrá el cascabel al gato? Nadie, como siempre. Es terreno peligroso. Igual te adentras en un territorio donde terminas fulminado.
Ahora mismo los cabildos tienen el verdadero poder del Gobierno autonómico. A la hora de los tributos descansan. El Gobierno de Torres trabaja para ellos. Él es quien cobra los impuestos y luego se los da a los Cabildos, mientras estos dilapidan el dinero o se tienden a la bartola. Cuando llegó del cielo, con Clavijo de presidente, los fondos del viejo ITE –unos 160 millones de euros al año de forma infinita- este decidió repartirlos siguiendo el canon de la Ley Electoral, con lo que castigó a las islas mayores frente a las menores, y patrocinó el éxito de todos los “casimiros curbelos” que rondan por este planeta. Los cabildos son ricos y no saben dónde gastarse su dinero. Pasa con la mayoría.
A eso hay que sumarle que la existencia del auténtico Casimiro Curbelo, que es el que lleva garantizando la estabilidad de Canarias en las últimas dos legislaturas y parece que también ocurrirá con la próxima. Debatir algo parecido a lo que debe ser, lo que debe estar, y lo que debe quitarse institucionalmente, es completamente absurdo, cuando el que manda es un cabildista profundo que detenta el poder real para que los cabildos vayan consolidándose y que sea, al mismo tiempo, el gobierno quien corra con los gastos. La capital de Canarias es La Gomera; se admiten apuestas de aquí a cuatro meses.
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