Francisco J. Chavanel
Los grupos parlamentarios canarios decidieron ayer resolver el pestilente asunto de la triple paridad en cuestión de un mes… Exactamente lo que pasará dentro de treinta días es que PP, CC, PSOE, NC y Podemos, volverán a verse las caras en el entorno de la comisión correspondiente con el bonito deseo de ponerse de acuerdo en un asunto al que han menospreciado, dado de lado y vilipendiado con su comportamiento irresponsable durante décadas.
Y, desde luego, digan lo que digan estos cantores de Viena no habrá acuerdo en el mes de noviembre. Persistirán las líneas rojas, los dispares puntos de vista, habrá supremacía de lo particular sobre los intereses generales.
Puede que algún ciudadano poco avisado piense que, tal vez, nuestra clase política se sienta arrebatada por cierta sensación de vergüenza después de lo ocurrido en las últimas elecciones. 55.000 votos para Ciudadanos que, sin embargo, no computan para no entrar, ni siquiera con un representante, en el Parlamento de Canarias, y 5.000 votos para la Agrupación Gomera Independiente que significan tres parlamentarios… Si fuera vergüenza lo que siente nuestra clase política estaríamos tranquilos; al menos algo parecido a un sentimiento gobierna sus comportamientos.
Pero no, lo que sucede realmente es que una fuerza política que lleva gobernando Canarias desde hace 25 años se encaramó nuevamente en el poder siendo la tercera fuerza más votada. Fue la tercera fuerza más votada y la que obtuvo mayor número de representantes, 18, gracias al capricho de esta infame ley electoral que agranda lo chico y enanifica lo grande. Que es, digámoslo alto, un colosal dislate democrático, donde el territorio se impone, y de qué forma, a las personas que lo pueblan.
No piensen ustedes, por lo tanto, que lo que anima a nuestros próceres es algo encadenado con la sed de justicia, o con el alma de la ponderada proporción que conduce la existencia de los seres proverbiales. Es el poder, su obtención, como ha ocurrido en toda la legislatura con sus diversos golpes de mano, todos fallidos, sus distintas reuniones aquí o en Madrid, el deseo explícito de arrinconar a Coalición Canaria y mandarla a la oposición de una vez por todas.
Una vez fracasado el último golpe, el de la televisión autonómica, que englobaba la caída de su director, Santiago Negrín, para colocar uno del gusto de El Sebadal (Videoreport) y así controlar el concurso en marcha de los 144 millones de euros; una vez que ha quedado claro que determinadas fuerzas políticas han confundido su odio a CC con el apoyo irredento a una empresa privada en su afán de seguir enriqueciéndose gracias a los dineros públicos; y una vez que tanto el PP y el PSOE han recuperado la cordura, han bajado del monte, y vuelven a intentar hacer políticas solventes…, se recupera el viejo aroma de una “revolución”, nada más y nada menos que resolver para siempre el estigma de la triple paridad.
Sucede, no obstante, que cada partido político tiene su propia interpretación de la ley y su propia solución. Y nadie coincide con nadie. Sólo hay una: la triple paridad ya no sirve para este momento. De todos sólo los socialistas sostienen la lista regional –exigua, de diez parlamentarias, pero la sostienen-, todos los demás se han retirado de esa posición. Tanto el PP como NC se agarran al insularismo más rancio –exactamente igual que CC-, los unos porque quieren evitar problemas en sus terruños insulares, y los otros porque sólo tienen representación en una isla (Gran Canaria).
El insularismo es el auténtico dueño de la situación. Hace lustros que aterrizó con éxito y erradicarlo es casi una tarea hercúlea. Curiosamente la triple paridad ha sido su progenitor y extraordinario financiador. Ahora se pretende cortarle la cabeza. No deja de ser curioso contemplar a nuestra clase política. Van a aniquilar una hidra con sus múltiples cabezas con un alfiler.
Me atrevo a dar el resultado de la quiniela antes de empezar el partido. Bajada de los topes tanto insulares (15%) y regional (5%), fracaso de la lista autonómica y, como mucho, diez parlamentarios más en cada una de las circunscripciones de Tenerife y Gran Canaria, cinco para cada una. Eso es lo previsto por parte de PP y NC, juntitos en esta aventura. Si CC se une al PSOE en la reivindicación de la lista regional descolocará a todos y romperá la supuesta unidad de la Oposición.
Como, al final, de lo que se trata es de eliminar a CC del poder tras las próximas elecciones, que no se olviden todos los “sucesores” que PP y PSOE deben dar 31 (incluyendo el apoyo de Casimiro Curbelo), y que PSOE, NC y Podemos han de sumar lo mismo si se prefiere un pacto por la izquierda (también con el apoyo de Casimiro Curbelo). Aparte de eso hay que considerar la previsible entrada en el Parlamento de Ciudadanos, lo que significará una mayor atomización con seis partidos distintos y ninguno alcanzando los veinte parlamentarios.
O sea, que en toda esta matemática falta lo esencial y lo que más le preocupa a los contribuyentes: la capacidad de diálogo de la clase política. En esta temporada han demostrado su talento acostumbrado: sólo hablan entre sí cuando se trata de perjudicar a otro. Cambiará la ley electoral un poquito, la maquillarán para que en lo esencial se siga pareciendo a la triple paridad por temor a desmelenar a las islas menores, pero lo fundamental, los resultados, seguirán siendo justitos para todos, lo que permitirá gobiernos de coalición en sus diferentes versiones entre gentes que realizan muy escasos esfuerzos para entenderse. La soledad del actual Gobierno de Canarias es un ejemplo.