Francisco J. Chavanel
1.- Nueva Canarias: el carisma liberador de Antonio, Carmelo y Román, cosecha del 56
La cosecha demográfica de 1956 trajo a Canarias el carisma liberador y esperanzador de tres de los principales hijos de Gran Canaria y de nuestro Archipiélago. Ellos, 62 años después, siguen siendo la regeneración de su partido, Nueva Canarias, la principal ilusión de su futuro y, posiblemente, los únicos políticos del Archipiélago que puedan lograr el apoyo de sus votantes cuando cumplan 80 años.
No me consta que ninguno de los tres haya trabajado en algo a lo largo de su vida, salvo en sustituciones juveniles de corta duración. Los tres cantaron el “Imagine” de John Lennon (“Imagina que no hay cielo”), y los tres son unos adelantados a su tiempo. La humanidad busca un camino hacia la inmortalidad cuando ellos están aquí, físicamente eternos, sin que consten trasplantes médicos ni renovación de pieza alguna. Son fuertes, luchadores y resistentes como el acero. Su duración es incomprensible en cualquier otro partido.
Los tres han desarrollado su tarea en lo público, con sueldos públicos y sin disparar un chícharo en lo privado. Sin embargo, estos detalles no han cortado las alas de estos sabios revolucionarios: desde lo público, son maestros en adoctrinar a las empresas privadas sobre lo que deben hacer, dónde deben gastar y, sobre todo, por qué ventanillas pasar.
Aunque parezca surrealista, las enseñanzas marxistas han calado hondo en estos tres personajes. Es el marxismo el que les da la pátina de la solidaridad, la que los abraza con los mundos indómitos de los palestinos o de los polisarios, y es el marxismo el que los hace creer, sin asomo de duda, en el poder de la gerontocracia contra toda modernidad. Piénsalo: si te dejas cuidar por ellos, siempre estarás protegido ante cualquier depredador, te conviene un buen acuerdo.
Ahora, con 62 años, Antonio, Carmelo y Román, están en lo mejor de su vida. Después de haberse pasado entre 35 y 40 años en distintos colgaderos públicos, siempre siendo portavoces de la gente que sufre y que no tiene oportunidades, es cuando entienden a la perfección cómo funciona de verdad el sistema. Sus cabezas están claras y diáfanas, por lo que si alguien en este momento propusiera, en un arrebato, una renovación en Nueva Canarias, o la liquidación de las listas cerradas, estaría poniendo en peligro el que tanta perla, con tanto cerebro gris, con tanta experiencia como serenidad intelectual, se pudiera perder por algo tan poco relevante como el derecho de los demás a aportar su granito de arena a una organización que es un pozo sellado.
La gente que sufre y que no tiene oportunidades debe de mirar hacia el techo, sabiéndose salvada por este trío mágico que, con seguridad, subirá su rendimiento hacia cotas incognoscibles cuando alcancen los 79 o los 90 años. Es un sufrimiento que vale la pena y, si alguien del partido de Nueva Canarias cree que debe cambiarse el nombre por Anciana Canarias, es porque carece de sensibilidad suficiente con la tercera edad, demonizándola y desconsiderándola sin tener en cuenta la efectividad de los resultados cuando te asomas al vacío y a la nada.
2.- Carmelo y Antonio: dos guías en pelea
Carmelo Ramírez, oh glorioso, alcalde de Santa Lucía de Tirajana siendo un infante, en 1979, en las primeras elecciones democráticas. Aquel hombre inflamado por la furia y los movimientos liberadores sudamericanos era Jesucristo Superstar en tamaño minitaco o minichapo o simplemente “de bolsillo”. ¿Qué queda hoy de aquel romántico?… Vamos, no sean malos, hagan un esfuercito… Queda su compromiso con el Sáhara, con las causas pendientes, con la revolución pendiente, con todo lo que está pendiente… De repente, parece un engorroso avaricioso agarrándose a la lista del Cabildo porque Antonio Morales no lo quiere en ella. Lo que quiere Antonio es controlar a alguno procedente de Nueva Canarias. Que dice que los votos los trae él y que él es el que debe poner las condiciones… Es injusto, por supuesto, hay que arreglar esto. Carmelo Ramírez, sin consejería de Solidaridad para viajar por el mundo, para que lo reciban como un rey en el desierto, para que reparta dineros canarios entre los parias del planeta que tanto precisan de los parias del primer mundo… Morales no le permite el suspiro final a Ramírez. Lo quiere remover y enojarlo. Oh, Antonio, ¿no has leído eso de que los suicidios suben una barbaridad en la próspera y adelantada Europa?… ¡Esto no puede ser! ¡Esto hay que arreglarlo, Román, presidente del partido, con mano santa, con tu ética y tu inteligencia artificial, con la firmeza del gran timonel cuando eliminó todo aquel desfile narcisista a favor de Trotsky!… Claro que aquí hay un problema: porque si vas a eliminar a Trotsky, ¿qué haces con dos Stalin?
Y Morales, 28 años de alcalde de Agüimes y una prolongación de otros cuatro años como alcalde de Agüimes en el Cabildo de Gran Canaria. No sabe lo que es trabajar en la privada. Ni como carpintero, ni como abogado, ni como empresario eólico, ni como economista, ni como nada. Para algunos, morirse Franco les resultó un chollo. Pero, claro, Franco era un dictador que no dejaba mover a nadie, que controlaba a todo el mundo, que no permitía opiniones divergentes, que encerraba o fulminaba o chantajeaba al que iba en contra suya, que no permitía más libertad que la existente en los toros, el fútbol y en las copas de los bares. Y que, por si fuera poco, compraba votos con propagada o mediante acoso y derribo.
¡¿Cuántas diferencias entre Morales y Franco, verdad!? Morales casi nos desencadenó de Franco actuando como otro Franco. La maldad pregunta: ¿cuál es el principal resultado del Cabildo de Gran Canaria en esta legislatura? ¿Dónde está el icono de las políticas de Morales?… Sencillamente, no existen. Fracasó en Chira-Soria, en las renovables y en tener una isla dinámica: la ha parado, stop, inerte, muerta, el triunfo del “no es no”… Pero no conviene adelantarse. Involucionar es una forma de anticapitalismo. Si te paras no creces, si te quedas no avanzas, si no sumas restas. ¿Y si al final Morales quisiese que Gran Canaria fuese la primera isla en confesarse abiertamente neandertal, una filosofía caminante cuyo objetivo final es volver a los orígenes de la humanidad hasta confundirnos con la tierra, con el mar y con la ausencia absoluta de riqueza? ¿Y si de repente Morales ha diseñado un plan para devolvernos al hambre y a la miseria, al nomadismo y al uso cotidiano de una mochila para cazar en nuestros bosques sin animales, o pescar en nuestras aguas con cañas de fabricación casera? ¿Y si es la necesidad, la extrema necesidad, el origen de la verdadera felicidad humana?
Pido confianza para este ser. Con sólo 62 años, todavía creciendo, le queda lo mejor para seguir al frente del pueblo de Agüimes cuatro años más.
3.-El joven y bullicioso Román
Y el joven y bullicioso Román. Fue una luz en los ochenta, con los médicos en paro, Uni, y otra revolución pendiente. En el 93 descubrió el placer de un despacho oficial y, desde entonces, no lo ha dejado. Apenas tiene votos personales. Se los debe a la marca y a las listas cerradas, pero encandila que es una barbaridad. A falta de datos objetivos, de votos reales y de peso auténtico, se ofrece a todo el mundo, ofrece su trabajo, su tiempo, su influencia, para conseguir determinadas cosas para el universo privado. Se ha transformado en un profesional. En un lobby. Es el Mauricio de los 90 aunque ya le gustaría a él llegar a su grado de pericia y de eficacia. No, no es tan fácil ser bucanero en el mar del tráfico de influencias. No tiene nada suyo, ni alma siquiera. Todo lo que tiene o es fingido o es hurtado. Trabaja para otros, a veces sin conocimiento alguno por parte del partido. Cuando era joven brillaba, ahora, a los 62 años, solo brillan sus actos torvos, torpes, dimensionados por la prepotencia y por el deseo de gritar: “Aunque me vean muerto, ¡estoy vivo!”. Morales ha hecho de él un guiñapo en esta legislatura. Un empleado. La pasta está en el Cabildo, y el que está en el Cabildo no es de Nueva Canarias.
A Román lo tenemos humanizado. Es nuestro político humanizado. Creemos ver en él gestos que nos recuerdan a personas ejemplares. En algún momento de su carrera, le hemos adoptado, le hemos dejado subir al sillón y lo hemos alimentado. Le hemos limado las uñas y lo hemos hecho nuestro. Y eso es lo que es para algunos reyes de la selva: “nuestro brillante y joven salvaje”.
En la película “La juventud”, del siempre ocurrente Paolo Sorrentino, dos viejos en un balneario (Harvey Keitel y Michael Caine) se quedan perplejos al ver entrar en la piscina a una escultural joven (Mandalina Diana), completamente desnuda. Están atorados, presenciando el cuerpo de la belleza, admirados y preguntándose si la pulsión que sienten sirve para algo. La miran y en realidad se miran a ellos mismos, superados por el paso del tiempo, sin vigor físico para responder a lo que es una amenaza. Al final, los que abandonan la piscina son los viejos, en una huida de un escenario tan sugerente como doliente.
Están en un balneario porque están al fin de sus días, como en la antigua Grecia. La vestal desnuda es preguntada por los dos viejos: ¿Estudias o solo ves realities en televisión?… Ella responde: “Aprecio la ironía, sobre todo cuando viene acompañada del dardo envenenado de la frustración”.
¿Antonio, Carmelo y Román, en un balneario pagado por nosotros? ¿Impotentes y reflejándose en el vacío que representan?