«Un viaje hacia ninguna parte»

Francisco J. Chavanel

Lista de restos y bajada de topes es una reiteración

No es que esperáramos más de nuestra clase política cuando le hincó el diente a la reforma electoral después de los vergonzantes resultados de 2015 -el tercer grupo más votado forma gobierno; un partido, AGI obtiene 3 parlamentarios con tan sólo 5.000 votos; otro, Ciudadanos, no logra ninguno con 52.000-, es que sencillamente esperábamos “algo”, algo para sumar, algo con lo que desvirtuar la dictadura del territorio sobre la población, algo realmente honesto que permitiera a los canarios de las islas votar a una única lista regional. Si de lo que se trataba era de cargarse la triple paridad, ¿qué mejor cóctel molotov que una lista regional para combatir los excesos de los insularismos, principio y origen, hay que recordar, de la discusión?

Lo que cuatro partidos nos proponen -por cierto, cuatro partidos muy interesados en demostrar que son ellos los que mandan cuando están en la Oposición, y lo que sí demuestran es que carecen del cuajo suficiente, o de la necesaria orden de Madrid, para montar una moción de censura que certifique su “mayoría”-, es una bajada de los topes a la mitad, y aumentar el Parlamento en diez diputados para crear una inconcreta lista de restos que resuelva el problema de los miles de votos que no se cuantifican al final, caso C´S.

Estas dos últimas cuestiones son una reiteración: bajada de topes y lista de restos es lo mismo. C´S hubiese entrado sin problema alguno con la simple bajada de los topes, los más salvajes de España. Hubiese entrado con dos parlamentarios y se los hubiese arrebatado a CC, al parecer el enemigo a batir en la discusión.

No conozco lista de restos alguna ni en España ni en Europa. Sí conozco, en cambio, un montón de leyes electorales que procuran dignificar al individuo con su voto frente al territorio. En ninguno de los supuestos pasa lo que ocurre en Canarias. Es decir, lo que no pasa es que el 80% de la población tenga el mismo peso que el 20%. O que el voto de un isleño valga 18 veces más que el de otro isleño. O que, por ese mismo motivo, se incentive el caciquismo y el pesebrismo, la compra descarada de voluntades en base a generosos presupuestos cabildicios, uno de los males históricos del Archipiélago. Eso no está resuelto con la propuesta de PP, PSOE, Podemos y NC. Los islotes seguirán estando ahí, sus caciques al frente de ellos, y lo minúsculo seguirá imponiéndose a lo relevante.

Los inventores del actual dilema tratan de tontos a sus electores. Aseguran que es mejor esto que nada, que es un paso adelante en la dirección correcta, que Zamora no se tomó en una hora. Yo digo lo contrario: nada es mejor que esto, porque esto es menos que nada.

Al principio del debate todas las fuerzas políticas, todas sin excepción, estaban de acuerdo, en bajar los topes a la mitad. Eso hubiera aclarado parte del sudoku. Ahora el PP quiere hacer política bajando el tope regional solamente al 5% (a ver si así consigue que C´S se quede fuera), y CC, en vista de que en esta negociación han pasado de su figura como el agua sucia, se limita a mirar el patio de butacas aguardando, tal vez, la desintegración del cuatripartito. De modo que ese acuerdo se ha volatilizado.
 

El fracaso de la lista regional

Había otro, el importante de verdad. Hace seis meses todos los partidos políticos, también sin excepción, estaban de acuerdo en apostar por una lista regional de 10. De repente esa idea desapareció del mapa. Fue Román Rodríguez -el gran ingeniero de todas las conspiraciones de esta legislatura- el que le hizo ver a todos los demás que una lista regional dejaría las cosas por igual. Que no valía la pena el esfuerzo. Que, tal vez, la apuesta de los líderes políticos no encontrasen reflejo en el resto de las islas, en sus caciques precisamente, que esta apuesta lograría desmembrarlos… Y yo ahí no sé lo que pasó, si fue el miedo, el pavor a destrozarse todos ellos internamente, incapaces de luchar contra el monstruo del insularismo que ellos mismos han creado, que al final se dieron la vuelta, se difuminó toda su valentía, y se dedicaron a pensar en lo de siempre: engordar a costa del presupuesto.

Porque esto es lo que es la propuesta de la lista de restos de 9 parlamentarios, concediéndosele uno más a Fuerteventura sin quitarle uno a La Palma. Es ese el instante en el que te dicen: “¿Es que no lo entiendes? Hemos hecho un esfuerzo fabuloso para alcanzar este acuerdo… Rompe con la triple paridad”. Lo que yo entiendo es que el esfuerzo por entenderse ha existido y fruto de ese esfuerzo es ese acuerdo mezquino y lamentable, lo que significa que hay esfuerzos baldíos, como cabezas vacías, como genios incomprendidos. Doy por bueno entonces que eso es lo mejor que pueden entregar a la sociedad. Es tan complicado ponerse de acuerdo en algo -salvo que sea para salvar sus sueldos y sus privilegios- que sus consensos de mínimos se sitúan por debajo del subsuelo.

¿Qué puede pensar la opinión pública, sobre todo aquellos que reclamamos una creencia real en la Región canaria, una sensibilidad real de la clase política sobre sus votantes, cuando proponen una oferta de empleo para nueve parlamentarios más, todos con sus privilegios, con sus dietas y sus múltiples formas para llegar a los 4.000 euros al mes como mínimo, en la autonomía más pobre de España, con los sueldos más bajos de España, con el mayor fracaso escolar, el mayor grado de ignorancia, y con la Sanidad y la Dependencia por los suelos?
 

La casta se protege a sí misma y pasa de los ciudadanos

¿Cómo pretenden que aceptemos por las buenas este acuerdo que supone un mayor coste al Parlamento, que, para colmo, tendrá que hacer obras, con los gastos añadidos pertinentes, para que quepan los ricos 70?

¿Cuándo hemos visto un esfuerzo de empatía de esta clase política que afirma mandar desde la Oposición durante esta crisis infernal que ha roto en varios trozos a la clase media, a las familias, a los pobres transformándoles en indigentes y que, sin embargo, carente de cualquier principio moral se atreve a montar un show en el Parlamento en “defensa de los que se han quedado en la cuneta”, porque, según ellos, el 44% de la población canaria está en riesgo de exclusión? ¿Hay 900.000 habitantes en riesgo de exclusión y tú, que eres el ciudadano ejemplar, el que nos representas a todos, quieres aumentar el Parlamento hasta 70 personas sin tocar ni un euro de los sueldos?

¿Y por qué no una bajada? ¿Y por qué no un Parlamento de 42 miembros, 21 a repartir entre las islas (tres a cada uno) y 21 en una lista regional? Esto estaría tan bien, sería tan perfecto, que fulminaría a los actuales partidos políticos tal como los conocemos. Habría que empezar de cero, como si se hubiese desplomado sobre ellos ola bomba de Hiroshima… Ah, bien, eso es imposible de negociar. ¿Y una bajada a 56? ¿Tampoco es posible un Parlamento con cuatro menos?… No, no es posible. “Hemos hecho un esfuerzo extraordinario”, repiten en su mantra. Ya lo creo. Si no lo hubieran intentado incluso creo que los habríamos felicitado.

¿Va a salir? Complicado está. Los que dicen que el asunto se arreglará en Madrid en vistas del bloqueo de CC, vergüenza tendría que darles recurrir a la metrópoli para resolver un problema bien nuestro. Para que luego digan que no quedan huellas coloniales en las derechas y en las izquierdas. ¿Realmente necesitamos una Autonomía, con todo lo que cuesta, que alberga a unos políticos que no se entienden, y que cuando se entienden el veredicto final lo buscan en Madrid?

Pero Madrid dudo que resuelva algo. El PP espera por CC (y por NC) para aprobar sus presupuestos, cosa nada fácil tal como está la posición del PNV vinculada al colosal problema que causan los independentistas catalanes. España, ahora mismo, está bloqueada, guste o no.

Además de ello aventuro ruptura en la unidad en el grupo “Felices los cuatro”. Por el PP y sus islas, y por el PSOE por La Palma y Fuerteventura. En NC no hay nada que romper pues es un grupo exclusivo de una sola isla (mayor insularismo imposible), y Podemos ha resultado una extraordinaria decepción: esperaba una respuesta personal propia, alejada de grupos que sólo buscan potenciar sus intereses de casta; ellos entraron en el Parlamento rompiendo todas las barreras, lo mínimo que se despachaba era acercar el mito de la población al territorio de una forma brava y sincera.

Si, por otra parte, este hechizo del disparate sale adelante, lo que tendremos será triple paridad más diez empleados más. Y, también, el tercero podrá ganar las elecciones en número de escaños aunque tenga menor número de votos. Toda una revolución, sí señor.