El director gerente de la empresa mixta de aguas asegura que la coordinación con la administración municipal es "total".
El director gerente de la empresa mixta de aguas, Aguas de Telde, Luis Rúa-Figueroa es defensor de la colaboración público-privada, de la que considera que su entidad es la “demostración palpable” de lo que puede alcanzar una “coordinación total” mediante la correcta delimitación de las áreas.
Indica que, como no podía ser de otra manera, la eficiencia y el ahorro en las distintas etapas del proceso es fundamental para mantener la buena salud de la compañía. En estos momentos, la principal atención se dirige hacia el precio de la energía, en el que el gasto es cada vez mayor. Así, la desaladora de Telde, que abastece al 90% del municipio, tiene un consumo energético muy importante, alcanzando los tres millones de euros cada año: “Estamos estudiando qué impacto pueden a tener la subida de los precios de la energía y, no solo, también de los reactivos químicos, que han ascendido hasta un 70%”.
“Solo tenemos un planeta”
Está convencido de que los altos precios de la energía han venido “para quedarse” y así será, a su juicio, aunque cese la guerra en Ucrania o se cambien las relaciones con Marruecos: “Estamos viendo la inflación en todos los estamentos de la sociedad”. Pero esto no significa que Aguas de Telde vaya a dar un paso atrás en las estrategias de sostenibilidad: “Solo tenemos un planeta”.
Esta sostenibilidad no se limita al ámbito medioambiental, pues, para Aguas de Telde, no es menos importante la sostenibilidad social. A este respecto, Rúa-Figueroa señala que, durante la pandemia, la compañía suspendió todos los cortes de suministro a los clientes más vulnerables, algo que requirió apalancar la deuda de la empresa, pues los impagos ascendieron al 17%. Se tuvo que abordar un problema importante de insolvencia al que contribuyó el descenso del consumo industrial. Ahora la compañía ya está en cifras anteriores a la pandemia.
Obsolescencia no programada
Uno de los asuntos que más preocupa a Rúa-Figueroa es el de la obsolescencia inherente a las infraestructuras del ciclo integral del agua. Indica que existe un plan director en el que, en estos momentos, se está renovando su segunda parte y que contempla también crecimientos que respondan al incremento de la población: “Hablamos de millones de euros”.