El cineasta Javier Chavanel considera que el director mexicano juega a ser Sorrentino, pero "no llega a su profundidad autocrítica".
Bardo, del cineasta mexicano Alejandro González Iñárritu es “un capricho que se ha hecho a sí mismo”, afirma el cineasta Javier Chavanel en el espacio semanal dedicado a la actualidad cultural, “un monumento que demuestra que él se ve guapo”.
Afirma que lo que hace bien González Iñárritu es “enmascarar todo en un caso surrealista”, pero “metiendo algunas cosas muy realistas”. Considera que el mexicano quiere jugar a ser Paolo Sorrentino, “pero no llega a su profundidad autocrítica” y el resultado causa perplejidad cuando se tiene en cuenta el enorme costo de la producción.