Antonio Piñeiro, director de operaciones de Emalsa, continúa su narración de cómo Las Palmas de Gran Canaria llegó a tener un servicio de abasto.
A partir de la década de 1960 cambió radicalmente la forma en que se suministra el agua a Las Palmas de Gran Canaria, gracias a los avances de la industrialización, que permitía manejar grandes caudales de agua. Además, señala Antonio Piñeiro, en esa época se triplica la población “y ante la insuficiencia del agua dulce, se recurre a la depuración del agua de mar, que requiere de grandes inversiones en tecnología”. Así, se instalan varias plantas desaladoras, como la de Las Palmas de Gran Canaria, que nace en 1970.
Hasta 1984 la forma de gestión es la de un servicio municipal, pero a partir de ese momento se decide formar una empresa municipal, que en 1993 se traspasa a Emalsa en un modelo de empresa mixta en la que el Ayuntamiento conserva un 33% de participación: “Así hemos pasado de las guerras del agua a la tranquilidad del suministro”.