El experto Luis Hernández Calvento advierte que la acción humana puede provocar daños estructurales de difícil corrección
El sistema de las Dunas de Maspalomas no se regeneró durante el confinamiento. La no presencia humana posibilitó que se mostrara con mayor nitidez el reflejo del viento en la “rizaduras” u “ondulaciones” características de estos sistemas, pero se trata de un cambio meramente estético que para nada tiene que ver con la regeneración medioambiental de la zona.
El profesor del departamento de Geografía de la ULPGC y coordinador del Grupo de Investigación de Geografía Física y Medio Ambiente, Luis Hernández Calvento, explicó que existen distintos niveles de impacto que afectan a este sistema dunar. Los de primer nivel son ya estructurales y no tienen solución, son los que tienen que ver con la urbanización del entorno como Playa del Inglés o el Campo de Golf, donde difícilmente se puede volver atrás para que se recuperen las condiciones medioambientales de antaño.
Hay un segundo nivel de impacto en el que sí es necesario actuar de forma continuada. Para Hernández Calvento existe un déficit de gestión y de vigilancia que pone en riesgo el equilibrio medioambiental de la zona. En este sentido sostuvo que es imprescindible vigilar la acción del visitante dentro del sistema y narró el ejemplo de un turista que visita la Isla tres o cuatro veces al año y que ha levantado una choza en medio de la dunas con una cocina y hasta un sillón.
Reclamó además un proyecto de educación ambiental que sensibilice al visitante y a la población local de la importancia de respetar el equilibrio medioambiental en el sistema dunar.