Mercedes Fernández-Couto, directora general de Emalsa, afirma que uno de los retos de la compañía es luchar contra la idea de que el agua del grifo no se puede beber.
El agua que sale de los grifos de Las Palmas de Gran Canaria es una de las mejores de España, según lo han certificado organizaciones como la Organización de Consumidores y usuarios (OCU). Sin embargo, es también una de la menos consumidas, y cambiar esa contradicción es uno de los retos de la directora general de Emalsa, Mercedes Fernández-Couto.
“Una de las grandes preocupaciones y un gran reto es la concepción de que el agua de la canalización de Las Palmas de Gran Canaria no es potable”, afirma Fernández-Couto, que considera que no se confía en el agua que sale por el grifo aún cuando la empresa tiene a 300 profesionales trabajando para que el agua alcance altos niveles de calidad.
Pérdida de confianza
Considera que esta mentalidad puede obedecer a una tradición de escasez de agua y por alguna campaña que genera “muchísima alarma y se pierde la confianza”. Por culpa de esos mitos, actualmente se cocina con agua embotellada, que es mucho más cara.
Fernández-Couto enfatiza que en los estudios que ha hecho la empresa se concluye que la percepción del abonado es “buenísima”, pues más del 65% considera que tiene un sabor agradable y hasta el 96% se muestra conforme o muy conforme con el servicio.