Juan Pedro Morales, presidente de la fundación que se encarga de su restauración, recuerda la importancia de este barco para el comercio entre las islas.
El correíllo La Palma llegó a las aguas canarias en el año 1912, constituyéndose, a partir de entonces, en el único medio regular para comunicar las islas, y no solo las capitales, sino todos los núcleos poblados, con tal de que hubiera un embarcadero o una playa, recuerda el presidente de la fundación que se encarga de su restauración, Juan Pedro Morales.
Indica que, desde su puesta en funcionamiento, no solo se trasladaban personas entre los distintos núcleos poblacionales, sino también mercancías, sobre todo agua, e, incluso, a los pastores con sus ganados completos.
Un ejemplo de recuperación del patrimonio marítimo
La Fundación Canaria Correillo La Palma lleva muchos años luchando para devolver a las aguas esta embarcación tan emblemática, un proyecto nada sencillo que se ha visto complicado por la crisis económica del año 2008 y la más reciente de la covid-19.
Esto no ha sido óbice para que la Fundación siguiera llevando a cabo su labor de divulgación, por medio de charlas y conferencias, que ahora se verán complementadas por la vuelta de las visitas a bordo.
Morales señala que el objetivo continúa siendo conseguir fondos para completar la restauración y poner el barco a navegar, visitando todas las islas como «un ejemplo de recuperación del patrimonio marítimo».