Hablamos con Natalia Robaina, directora responsable del área de prevención y juventud de Yrichen, sobre los usos y abusos de los dispositivos.
El uso de las tecnologías en edad escolar es siempre problemático, pues los padres y madres no siempre saben cuáles son los criterios que han de seguir para que sus hijos puedan armonizar su desarrollo con el acceso a las nuevas formas de comunicación y relación.
Natalia Robaina, directora responsable del área de prevención y juventud de Yrichen, afirma que en su asociación, dedicada a las dependencias, no son pocos los casos de personas que tienen problemas con el uso desmesurado de las tecnologías.
Uso responsable de las tecnologías
Señala que no es conveniente etiquetar los dispositivos como tabletas y móviles como buenos o malos, sino que se debe poner énfasis en su uso responsable o irresponsable. Recuerda que hay aplicaciones de muchos tipos, desde las competenciales, cuyo uso es prioritario en los colegios, y las recreativas, siendo estas últimas en las que se deben tomar medidas para evitar los ciberriesgos.
Robaina indica que no existen marcadores absolutos o específicos de cuándo se puede producir una adicción a los dispositivos. Apunta que el tiempo de uso y los contenidos que se consumen son los elementos fundamentales que hay que monitorizar.
Tiempos de uso y contenidos
A este respecto, aboga por establecer pautas respecto del tiempo de uso, como han recomendado determinadas sociedades. Así, los menores entre los cero y dos años de edad no deberían tener acceso a la pantalla. Los de entre tres y seis años deberían pasar menos de una hora al día, siempre con supervisión de una persona de referencia. De los siete a los doce, se puede hacer uso de algo más de una hora diaria y entre los trece y los dieciocho años sería recomendable no superar las dos horas diarias, un hábito que debería mantenerse toda la vida.
Respecto a los contenidos, Robaina recuerda que las redes sociales tienen una edad recomendada para poder abrir un perfil, algo que no suele cumplirse. Asimismo, los videojuegos tienen una etiqueta en la que se describen las edades y perfiles para los que están recomendados.
Dependencia de las pantallas
Robaina insiste en la necesidad de promover opciones de vida saludables, de responsabilidades y obligaciones, entre las que se incorporen las tecnologías, pero sin demonizarlas. No obstante, advierte que las aplicaciones y videojuegos se desarrollan con la visión de hacerlas adictivas para que generen una mayor ganancia. En las edades tempranas, esa dependencia de la pantalla tiene un efecto brutal sobre su desarrollo emocional e intelectual.