Miguel Ley, médico del servicio de neurología de Hospitales Universitarios San Roque de Las Palmas, nos detalla los síntomas principales, que no siempre son convulsiones.
La epilepsia es una enfermedad tratable que, por medio de fármacos e, incluso, con intervención quirúrgica, puede mejorar mucho la calidad de vida de las personas que la sufren.
Miguel Ley, médico del servicio de neurología de Hospitales Universitarios San Roque de Las Palmas, la define como una entidad cerebral que predispone crónicamente a padecer crisis epilépticas. Se trata de un evento agudo de desorganización de la actividad eléctrica cerebral, con inicio y fin abrupto, con o sin convulsiones, las cuales suelen suceder al final de la crisis.
Una enfermedad muy variopinta
Los síntomas dependen de qué parte del cerebro presenta la crisis, “las convulsiones que se ven en televisión no siempre suceden así”, y en muchos casos se trata de una sensación en el estómago, problemas visuales, dificultad de contacto con el entorno, o trastornos en el lenguaje. A partir de ahí se pueden suceder fenómenos motores: “Es una enfermedad muy variopinta”.
Se trata, dice el especialista, de una enfermedad que estigmatiza mucho, y que quienes la padecen tiene 15 veces más posibilidades de fallecer por traumatismo que una persona de su misma edad. En casos más raros, puede suceder una parada cardiorrespiratoria después de una crisis o un estatus epiléptico, que son crisis que no se interrumpen.
El tratamiento incluye una higiene vital básica, como dormir adecuadamente y no consumir alcohol o psicoestimulantes; fármacos que evitan la desorganización eléctrica y, en algunos casos, el estudio en una unidad de monitorización para estudiar la enfermedad y la posibilidad de su resolución quirúrgica.