Hacomar Ruíz, arqueólogo de la empresa Prored, destaca la alta responsabilidad del aficionado que las encontró, que ni siquiera tocó las piezas, lo que permitirá un mejor estudio.
El Gobierno de Canarias, en colaboración con el Cabildo de La Palma, ha realizado una intervención arqueológica de urgencia en un tubo volcánico del entorno del Salto de Tigalate en Villa de Mazo tras el aviso de un hallazgo casual por parte de un aficionado a la espeleología. Se trata de dos depósitos de cuentas ornamentales datadas entre los siglos XII y XIII, exactamente 225 conchas marinas y un hueso trabajado por la sociedad benahoarita, según indica Hacomar Ruíz, arqueólogo de la empresa Prored.
Se trata de un hallazgo «excepcional», con un mérito importante por parte del aficionado que las encontró, Yeray Rodríguez, que ni siquiera tocó las piezas, por lo que se pudieron obtener en su estado de conservación, incluyendo el recipiente que los componía, lo que permitirá obtener mucha información.
Cueva funeraria
Este yacimiento estaba inventariado en la carta arqueológica insular como una cueva funeraria ya que en él se conservan algunos restos humanos de época aborigen a pesar del continuo expolio que ha sufrido a lo largo de los años. Sin embargo, la colección de colgantes estaba oculta en una fisura lateral del tubo volcánico, dentro de una materia vegetal de naturaleza desconocida, por lo que las piezas rescatadas han estado intactas durante casi un milenio.
El estudio de investigación arqueológica ha sido realizado por la empresa Prored bajo la financiación de la Dirección General de Cultura y Patrimonio Cultural, el Cabildo insular de La Palma, y el Ayuntamiento de la Villa de Mazo.
Investigación arqueológica
Se trata de un hallazgo excepcional pero no único en La Palma. Este tipo de piezas malacológicas trabajadas, pulidas y perforadas es muy común en las islas aunque nunca se habían encontrado en tanta cantidad. Este tipo de depósitos suelen estar cerca de yacimientos funerarios como es el caso de la Cueva de la Higuera en Barlovento donde se localizaron 68 conchas de las mismas características dentro de un recipiente cerámico.
En este caso, los vestigios recolectados en el litoral se encontraban dentro de una grieta a 100 metros desde la boca de acceso al tubo volcánico en unas condiciones muy extremas de humedad y temperatura por lo que su estado de conservación era bastante frágil. Para realizar la intervención arqueológica en unas condiciones estables se tuvo que desmontar parcialmente un bloque natural que impedía recuperar las piezas mediante un registro minucioso tridimensional.