Jorge Hernández, presidente de Yrichen, señala que a la sociedad le ha faltado "capacidad de autocrítica" para abordar las discriminaciones de género.
La Casa Maday en Gran Canaria ha abierto sus puertas para acoger a mujeres víctimas de violencia machista que sufren adicciones a distintas sustancias, un proyecto que Jorge Hernández, presidente de Yrichen, considera “clave” para poder responder a una necesidad muy acuciante: “Ya hay lista de espera porque se trata de un tema muy común”.
“Ha faltado capacidad de autocrítica”
Afirma que la droga se convierte muchas veces en la forma de huir de un drama como es la violencia de género y señala que es muy frecuente el uso de anfetaminas entre las mujeres. Asimismo, pone énfasis en el mayor uso de ansiolíticos entre las féminas.
A su juicio, en la sociedad ha faltado capacidad de autocrítica para hacer una intervención más decidida en discriminaciones de género, porque “existe un problema grave y serio”.