Javier Gil, geógrafo y fotógrafo especialista en la ganadería tradicional de Canarias, nos presenta los resultados de un estudio encargado por el Cabildo de Gran Canaria.
La falta de relevo generacional pone en riesgo la trashumancia en las islas, según señala el informe elaborado por Javier Gil y Claudio Moreno para el Cabildo de Gran Canaria, que ponen de relieve los beneficios de esta actividad para la ecología de la isla.
Javier Gil, geógrafo y fotógrafo especialista en la ganadería tradicional de Canarias, señala que, entendida como servicio, esta actividad se reduce a la isla de Gran Canaria, pues en otros territorios del Archipiélago, como en La Palma, solo se realiza de una forma mucho más reducida.
En busca de la eterna primavera
Los trashumantes son pastores que se mueven por toda la isla buscando pasto para sus animales y alcanzando acuerdo con los distintos propietarios. Actualmente se localizan en las zonas de costas, cumbres y medianías, «en busca de la eterna primavera».
Se trata, señala Gil, de una manera de conectar los corredores verdes de la isla, y supone un importante conocimiento ecológico y una huella patrimonial: «Hace que tengamos una isla un poco más controlada, a lo que se suma la calidad del producto final, que recibimos en forma de leche y queso».
Falta de relevo generacional
Actualmente el pastoreo trashumante se realiza en un área de 4.000 hectáreas, cuando hace unos diez años alcanzaba las 11.000. Esta reducción se explica por el descenso del número de pastores, que ha pasado de los veintitrés a los dieciséis, que manejan una cabaña de unos 5.000 animales.
Gil señala que temen que la actividad seguirá descendiendo con el paso de los años, pues los pastores tienen hoy una media de sesenta años de edad: «Estamos con el piloto rojo encendido si no hay relevo generacional».