Las periodistas Marian Álvarez y Javier Moreno debaten sobre "los usos" del lenguaje inclusivo y se preguntan a quién va dirigido.
Moreno señala que las versiones “más radicales” del denominado lenguaje inclusivo siempre levantan suspicacias entre “los guardianes del español”, aunque “a decir verdad, no hace falta que sea demasiado radical para que la España folclórica ejerza de tal”. La última anécdota es la de la ministra Irene Montero, que en un mitin se refirió a los “hijos, hijas e hijes” y volvió a convertirse en ‘trendig topic’ merced a “los indignaditos de la lingüística”.
El idioma común
Para el periodista, la reacción más habitual ante estas cuestiones suele ser la de apelar a un supuesto “idioma común” para mostrar el error de determinadas expresiones, pero, a su juicio, “no existe tal idioma común, sino una cantidad bastante amplia de idiomas no tan comunes”. En este sentido, señala que no es nada obvio que Montero esté hablando para los indignados, más bien está hablando para las personas que estaban en ese mitin, “y cabe suponer que a ellos, ellas y elles les gusta que se hable así, con independencia de que le parezca mal a la Real Academia”.
Se trata, dice Moreno, del eterno problema filosófico del monismo y el pluralismo, es decir “la tendencia a pensar que existe una sola entidad, en este caso el lenguaje, cuando lo cierto es que, en el día a día, lo que vemos son muchos lenguajes que se dan un aire de familia”. En su opinión, el único objeto que tiene el lenguaje es comunicarse, “y hasta los detractores tienen que reconocer que Montero se comunica, porque, en caso contrario, ni siquiera podrían criticarla por no saber lo que ha dicho”.