El vicepresidente de la federación de salud mental de las islas señala que el gran consumo de ansiolíticos y antidepresivos pone de relieve deficiencias en la forma de abordar este problema.
Canarias tiene un problema con la salud mental, “y hay que ocuparse de él”, afirma Miguel Tomé, vicepresidente de la federación de salud mental de Canarias. Señala que en consumo de ansiolíticos y antidepresivos , la comunidad lidera los ránking de España, lo que debe ponernos sobre la pista de que es un asunto que debemos tomar en serio y buscar la mejor coordinación entre todas las administraciones implicadas.
Indica que, durante el año 2021, fueron atendidas en el Servicio Canario de Salud más de 67.000 personas, de las cuales, el 56% fueron mujeres y el 44% fueron hombres. Desde el Gobierno de Canarias, a través de la Consejería de Derechos Sociales, Igualdad, Diversidad y Juventud, bajo convenios para la gestión con los Cabildos insulares a través de la Dirección General de Dependencia y Discapacidad, se han designado durante el año 2021, 2.018 plazas de servicios y centros de dependencia para recursos destinados a la atención a la salud mental. Esto supone que un 3% de las personas censadas en los servicios de salud mental cuenta con una plaza por este tipo de convenios.
Además, las entidades representativas del movimiento asociativo de Canarias atendieron, en 2021, a cerca de 6.000 personas en distintos servicios y programas orientados a promover la rehabilitación psicosocial y la autonomía personal de las personas con problemas de salud mental y sus familiares. Las entidades han atendido a un 8% de las personas censadas por las unidades de salud mental. Las acciones de intervención indirecta, a través de sensibilización y voluntariado, han tenido un alcance de más de 18.000 personas en el archipiélago.
Desigualdades entre islas
Para Miguel Tomé, es crucial la labor de detectar a las personas que pueden estar sufriendo un problema de salud mental, para poder orientarlas y facilitarles el mejor tratamiento disponible. A este respecto, apunta que la pandemia de la covid-19 puso de relieve el problema de la soledad no deseada: “Vivimos en una sociedad que va muy rápido, competitiva y presentista, con poco espacio para abrazar”.
Sobre el trabajo de las administraciones, señala que es mejorable y es preciso un sobreesfuerzo, sobre todo de adaptación a las nuevas realidades y a la insularidad, porque “tenemos muchas desigualdades sobre todo en las islas menores”.